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Historias del Congreso: adversarios políticos y, sin embargo, amigos

No solo de descalificaciones viven los políticos. Entre los diputados hay muchas historias de amistad, incluso muy cercana, entre militantes de partidos ideológicamente enfrentados.

GRAF8790. MADRID, 11/02/2020.- Un momento del pleno celebrado este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid. EFE/Chema Moya Pleno del Congreso
Un momento del pleno celebrado este martes en el Congreso de los Diputados en Madrid.
Chema Moya

Es raro que sorprenda que un diputado del PP felicite a otro del PSOE, pero sorprende. Es raro que en política sorprendan las muestras de amistad entre "adversarios" cuando es precisamente la amistad y el "buen rollo" los que consiguen que el Parlamento avance.

El líder de Juventudes Socialistas, Omar Anguita, se convirtió en diputado el pasado 4 de febrero; el líder de Nuevas Generaciones del PP, Diego Gago, le felicitó en Twitter; Anguita respondió con el mismo tono afectivo...

En la memoria se quedan cómodamente las enemistades, que resisten mejor las crónicas. Ejemplos hay numerosos.

Quizá no esté de más reivindicar algunas muestras de lo contrario para darse cuenta de que si el Congreso y el Senado funcionan es porque diputados, diputadas, senadores y senadoras son capaces de acortar la distancia política gracias eso que llamamos "buen rollo".

He aquí varios ejemplos contados por sus protagonistas, parlamentarios en la actualidad:

El PP, en un libro sobre Txiki Benegas

José Antonio Bermúdez de Castro es diputado del Partido Popular desde 1996. Conoció a Txiki Benegas, histórico dirigente del socialismo vasco fallecido en agosto de 2015, gracias a densas negociaciones parlamentarias.

Precisamente aquellas largas sesiones de conversaciones y papeleo sobre la financiación de los partidos políticos y la reforma de la ley electoral labraron una amistad que solo el cáncer de Benegas pudo quebrar.

Un año después de su muerte, la Fundación Pablo Iglesias publicó "Txiki Benegas, un hombre de bien", editado por el hoy secretario general del grupo socialista, Rafael Simancas. Escriben en el libro Pedro Sánchez, Alfonso Guerra, José Luis Rodríguez Zapatero y una larga lista de cargos socialistas. Y Bermúdez de Castro.

Su artículo empieza así: "No es fácil encontrar un compañero de viaje en un adversario político. Pero Txiki era diferente".

Bermúdez de Castro recuerda emocionado charlas y confidencias con su amigo, y maldice que no fuera capaz de dejar el tabaco.

"Voy a tu despacho"

Simancas subraya la dificultad de desarrollar la tarea parlamentaria si no se tejen lazos de confianza, sintonía, acaso la amistad. Con Guillermo Mariscal, su homólogo en el grupo popular, la idea es más o menos ésa.

No se trata solo de alcanzar acuerdos políticos, sino también de favorecer el día a día de una institución como el Congreso de los Diputados, y ello requiere teléfonos con la batería cargada las 24 horas.

Si no es por el móvil, las conversaciones se hacen directamente en el despacho de uno u otro. "Y si surge, nos tomamos un café", asegura el diputado socialista.

Mariscal coincide en que sin esa capacidad de diálogo, el parlamentarismo se deshace. Emplea una metáfora: el Congreso avanza por "puentes visibles y por puentes invisibles".

En las conversaciones telefónicas, en las reuniones en los despachos y en los cafés se perfilan esos puentes "invisibles".

La foto con sus hijos

El propio Mariscal es "íntimo" de un diputado que ya no está pero que estuvo muchos años: Carlos Salvador, de UPN.

El navarro tuvo que votar a favor de los presupuestos de 2009, presentados por el Gobierno de Zapatero, debido al cisma entre su partido, a favor del "sí", y el PP, que finalmente se abstuvo. El estrés por aquello, que se saldó con la ruptura entre ambas formaciones, le reprodujo un problema diabético que le llevó directamente al hospital.

Mariscal recuerda que pasados apenas un par de días la mujer de Salvador le envió una foto de él con sus hijos para decirle que se encontraba bien.

"Amalgamar" criterio

La vicepresidenta tercera del Congreso, Gloria Elizo, de Unidas Podemos, aterrizó en la Cámara cuando el bipartidismo tiritaba. Las elecciones de 2015 dejaron un hemiciclo con dos grupos poderos más, completamente nuevos: Podemos y Ciudadanos.

Ella representó a su partido en la Mesa, cuya composición se desmoronó pronto por la repetición electoral. Tras los comicios de junio de 2016 Ana Pastor fue la presidenta. Elizo pronto distinguió la figura política de la figura personal.

"De Ana admiro la capacidad que tuvo para amalgamar posiciones políticas tan diversas; tuvo claro que la prioridad era defender la esencia democrática de la institución", recuerda Elizo.

Cuando Pastor dio su discurso de despedida, en marzo de 2019, Elizo lloró. Se le juntaron muchas emociones. "Era el comienzo de otro ciclo", rememora.

El respeto

A la espera de ver cómo se desenvuelve Vox, que acaba de llegar, o los diputados de grupos minoritarios, casi todos novatos, el Congreso atraviesa una de esas etapas que huelen a decisivas.

La presidenta, Meritxell Batet, repite llamamientos al respeto quizá consciente de que la fractura entre los bloques izquierda-derecha se ha ensanchado demasiado.

Tensión ha habido siempre, hay quienes recuerdan que Rafael Hernando (PP) y Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) casi llegaron a las manos.

Sin embargo, el Congreso sigue, la política sigue. Esos puentes visibles e invisibles. ¿Cómo será el futuro?

Omar Anguita asegura: "Nunca compraré ideología ajena, pero nunca abandonaré el respeto". Anguita cumplirá 30 este año.

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