Interior descubre cada día siete móviles clandestinos en las cárceles

El tráfico de móviles en las cárceles españolas es imparable. El contrabando de los dispositivos telefónicos en los centros es ya, con mucho, el mayor problema de seguridad en las prisiones a pesar de los esfuerzos del Ministerio del Interior por poner coto a este lucrativo mercado entre rejas.

Una respuesta este enero del Gobierno al diputado de EH Bildu Jon Iñarritu da buena cuenta de la envergadura del problema. Según los datos del Ministerio del Interior, el año pasado los funcionarios de prisiones, tanto en el interior de los centros como en los controles de acceso a las cárceles, descubrieron un total de 2.672 terminales. Esta cifra es el doble que la registrada en 2017 cuando los funcionarios hallaron 1.383 teléfonos. De media, en 2019 se encontraron siete móviles diarios en los cacheos de familiares o en los registros de las céldas o de los propios presos internos en los centros penitenciarios.

Estas estadísticas demuestran, según los expertos penitenciarios, que el tráfico de móviles se ha disparado debido a lo barato y diminuto de las últimas generaciones de estos aparatos (20 euros por un teléfono del tamaño de un pulgar) o que los controles en las prisiones son muchos más exhaustivos. Sea como fuere, en la última década fueron descubiertos 21.765 terminales en las cárceles dependientes del Ministerio del Interior, a pesar de que desde hace dos años 39 de estas prisiones tenían inhibidores de frecuencias para bloquear las llamadas.

La cifra actual de cuántas prisiones tienen mecanismos para neutralizar la cobertura de los móviles es una incógnita porque el Gobierno, por motivos de seguridad, se niega a seguir facilitando datos sobre estas medidas al Parlamento. No obstante, tanto los expertos de prisiones como los técnicos en telecomunicaciones ponen en duda de que los actuales inhibidores puedan bloquear las tecnologías de los móviles que han salido al mercado estos dos últimos años.