Sánchez contiene la respiración ante la investidura más ajustada desde la transición

Diputados socialistas y de las formaciones regionalistas, como Teruel Existe, denuncian presiones para cambiar el sentido de su voto.

Pedro Sánchez, junto a Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska durante el discurso del Rey en la Pascua Militar
Pedro Sánchez, junto a Margarita Robles y Fernando Grande-Marlaska durante el discurso del Rey en la Pascua Militar
Efe

Cuando la portavoz socialista descartaba el domingo la posibilidad de un 'tamayazo' en la definitiva votación de la investidura de este martes, desde los escaños del PP respondían a voz en cuello "ya veremos". Ese es el desasosiego instalado en el PSOE. No tanto por sus 120 diputados, cuya fidelidad dan por segura en la dirección del grupo parlamentario, sino por los de fuerzas regionalistas, que no paran de denunciar presiones para que hagan descarrilar la investidura de Pedro Sánchez.

Ocurrió en 2003, pero los socialistas no olvidan la traición de sus diputados en la Asamblea de Madrid Eduardo Tamayo y Teresa Sáez que impidieron a Rafael Simancas ser presidente de la comunidad. No fue un cambio de chaqueta, simplemente no fueron a votar. Ese es el temor que asalta a Simancas, que ahora, como secretario general del grupo parlamentario, ejerce de 'sargento primero' y vela por su disciplina de la tropa socialista.

Todo pende de un voto. Hay 167 diputados a favor del candidato y 165 en contra, con que uno de los de Sánchez cambie de intenciones habrá empate. Igualdad que se dará también si dos no acuden a votar o se abstienen. Nada dice la Constitución de cómo obrar en ese caso, pero el artículo 88 del reglamento del Congreso señala, en términos generales, que si se produce un empate se repite hasta tres veces para deshacerlo, y de no romperse, decae el objeto de la votación.

El suspense se mantendrá hasta que la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, ordene mañana en torno a las 12.45 que se abra la segunda y definitiva votación de la investidura. El líder socialista obtuvo el domingo 166 'síes', que si nada se tuerce serán 167 con el voto de la diputada En Comú Podem Aina Vidal. "Tengo cáncer", informó para explicar su ausencia. Pero "el 7 no fallaré. Por nada del mundo me perdería una investidura", explicó en un comunicado.

Redes, pintadas y medios

Entretanto, las denuncias sobre coacciones no han cesado. Teruel Existe reveló que "las presiones antidemocráticas" a su diputado, Tomas Guitarte, se han intensificado. Se han utilizado, según el movimiento turolense, todos los flancos, pintadas, redes sociales... Pero el voto a favor de Sánchez se mantendrá. "Cuando tomamos una decisión, se mantiene por encima de todo", advirtió el portavoz regionalista.

También el diputado socialista por Segovia, José Luis Aceves, reveló que un compañero de partido ha recibido amenazas en su teléfono porque creen que es el suyo. "Le están friendo con decenas de llamadas con números ocultos", denunció. Sin esconderse en el anonimato, el líder del PP extremeño, José Antonio Monago, pidió a los cinco diputados socialistas de su región que "den la espalda" a Sánchez y hagan "un gran favor" a Extremadura y España.

Entretanto, Coalición Canaria analizó la actitud de su diputada, Ana Oramas, que desobedeció la decisión de abstenerse y votará en contra. Es una situación "muy grave", pero la dirección aplazó la adopción de medidas disciplinarias y no ordenó a Oramas retractarse.

Un clima febril para una investidura que, si fructifica, lo será con el margen más estrecho desde la transición. Para Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, en su primer mandato, el trámite fue un paseo. Solo este último sudó en 2016 para conseguirla 'in extremis' en octubre de 2016 aunque el margen fue cómodo, 170 votos a favor, 111 en contra y 68 abstenciones de diputados socialistas.

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