La CHE cierra el año hidrológico con alerta de sequía en la margen izquierda

La precipitación anual en forma de lluvia ha sido similar al promedio desde el año 2000-2001, pero con aportaciones un 40 % inferiores a la media de los últimos 5 años.

Imágenes aéreas de la sequía en Mediano.
Imágenes aéreas de la sequía en Mediano.
Guillermo Campo

La situación de la cuenca del Ebro al cierre del año hidrológico 2018-2019 (1 de octubre al 30 de septiembre) muestra una sequía por aportaciones por debajo de la media en las cuencas del Iregua, Aragón-Arba y Gállego-Cinca, en la margen izquierda, y el resto de los sistema permanecen en niveles de normalidad o prealerta.

Según informa la Confederación Hidrográfica del Ebro en una nota de prensa, para hacer las estimaciones es necesario diferenciar entre la sequía por las bajas aportaciones y la escasez, término que se refiere al agua almacenada en infraestructuras, reservas que este año han permitido garantizar las demandas y los usos que dependen de esos sistemas.

La precipitación anual en forma de lluvia ha sido similar al promedio desde el año 2000-2001, pero con aportaciones un 40 % inferiores a la media de los últimos 5 años, por una ausencia casi total de lluvias durante los meses de invierno y unos acumulados de nieve entre los más bajos de los últimos años.

Este año hidrológico ha sido el quinto con menos aportaciones del Ebro hasta Zaragoza de los últimos 20 años (4.355 hm³ frente a 6.400 hm³ de media), sólo por delante del 2001-2002; 2011-2012; 2016-17 y 2010-2011 y el cuarto en el Ebro en Tortosa (6.037 hm³ frente 8.845 hm3 de media), por delante del 2011-2012; 2001-2002 y del 2016-2017, casos en los que las aportaciones están un 30 % por debajo de la media.

Como consecuencia directa de las escasas aportaciones, el volumen total de agua embalsada, que a inicio del año hidrológico era de casi 5.000 hm³ (un 65 %), se sitúa al cierre del año al 48 % (3.700 hm³), por debajo de la media de los últimos 5 años.

Los descensos más significativos de las reservas se han dado fundamentalmente en el Iregua, que ha pasado del 44,2 al 27,2 %, y lo más llamativo, en la margen izquierda del Ebro, en los sistemas del Urgell, del 69,8 al 46 %; Aragón y Cataluña-Ésera, del 76 al 45 %; Aragón y Cataluña-Noguera Ribagorzana, del 78 al 54; Riegos del Alto Aragón, del 60 al 30 %, Bardenas del 40,2 al 22,6 % y el Canal de Navarra, del 50 % al 44,5 %, por la escasa pluviometría y nieve del pasado invierno.

La campaña de riego se ha podido completar con normalidad, gracias a la adopción de medidas de gestión, aunque con un resultado de reservas muy mermadas en algunos de los sistemas.

Según la CHE, se han planificado cultivos y armonizado el servicio del río Aragón, aportando menos caudal desde Yesa y más desde Itoiz, que presenta mejor situación.

A pesar de la situación general, durante el año hidrológico se han registrado episodios relevantes de crecida, entre las los que destaca la crecida súbita y extraordinaria del mes de julio en el río Zidacos y afluentes del río Aragón, con hasta 100 l/m² en menos de 4 horas que originaron graves afecciones.

A mediados de octubre de 2018 se produjeron crecidas extraordinarias en el Matarraña, Guadalope y Martín, con un periodo de retorno superior a 50 años en el Guadalopillo, en Berge e igual a 100 años en el río Martín, en Alcaine y en Híjar.

A finales de enero de 2019 se registraron crecidas en los ríos Nela, Arga y Ebro, episodio en el que el embalse del Ebro (con entradas de 400 m3/s y vertiendo 1 m³/s) y el sistema Ullibarri-Urrunaga, desempeñaron un importante papel de reducción de afecciones, gracias a su efecto de laminación.

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