política

La Moncloa recrudece las hostilidades que lastran la relación de Sánchez e Iglesias

El trato entre ambos líderes se ha enfriado en las últimas semanas, más aún tras el anuncio de una consulta a la militancia morada para decidir el voto de la investidura.

Pedro Sánchez se reúne con Pablo Iglesias en su ronda para recabar apoyos para la investidura
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en su encuentro de este martes
Efe

En los últimos cinco años, la relación entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se asemeja a una ducha escocesa: frío, caliente, frío, caliente. Ha dado para todo, desde un manifiesto recelo inicial que llevó a la enemistad, para, tras la moción de censura a Mariano Rajoy, pasar a una aparente reconciliación que, en semanas, ha dado lugar a la mayor de las desconfianzas.

Las hasta ahora cinco reuniones fallidas de ambos líderes aventuran que su convivencia en un mismo gobierno podría ser bicefálica, por mucho que el secretario general de Podemos se haya esmerado en garantizar su "lealtad y disciplina" al jefe del Ejecutivo.

El anuncio sorpresa de una consulta a la militancia de Podemos para decidir el voto en la investidura ha sido el último de los sopapos que se han intercambiado Sánchez e Iglesias en los dos últimos meses. La votación de los inscritos de la formación morada ya estaba prevista porque es preceptiva, según marcan los estatutos del partido. Pero en las filas socialistas ha escocido que se convocara justo el día después de que su secretario general pusiera a cero los contadores de las negociaciones y ofreciera ministerios a miembros de Podemos de perfil técnico. Iglesias se guardaba este conejo en la chistera y lo ha sacado en el que ha creído el mejor momento para presionar a un PSOE que, interpretan en el partido morado, comienza a dar señales de debilidad.

Respaldo de la militancia

Se da por hecho que la militancia podemista, una vez más, apoyará las exigencias de su secretario general, que pasan exclusivamente por un Ejecutivo bipartito con él como ministro. Por lo tanto, Sánchez se verá contra las cuerdas: o gobierno de coalición o investidura en septiembre o nuevas elecciones.

La consulta a las bases de Podemos supone el enésimo giro en la relación entre los líderes del PSOE y Podemos. Su primer contacto personal se produjo en junio de 2015. Ocurrió en el reservado de un hotel y sin publicidad mediante. La máxima aproximación fue compartir una ensalada, aunque, según se afirmó de puertas afuera, existió sintonía.

Lo que se vendió como un buen inicio, con regalos de Iglesias a Sánchez de libros de baloncesto incluidos, pronto se tornó en una guerra sin cuartel por la hegemonía de la izquierda. Las relaciones tocaron fondo tras la investidura fallida de Sánchez en marzo de 2016. Fueron tiempos en los que, en privado, Iglesias criticaba que el socialista hubiera dado clases en la universidad privada –y no como él, en la pública– o se preguntaba cómo podía haber vencido en las primarias del PSOE a Eduardo Madina.

El líder de Podemos, en contra del criterio de Íñigo Errejón, tumbó el acuerdo entre PSOE y Cs, y provocó una repetición electoral confiado en que la alianza con IU le permitiría superar a los socialistas. En campaña llegó a erigirse en adalid de la socialdemocracia. Pero las urnas estamparon a la formación contra la realidad.

El éxito de la moción de censura y la llegada del socialista a la Moncloa sirvió de bálsamo. Sánchez e Iglesias pactaron lo que ambos definen como los presupuestos más sociales de la historia. Y destacan desde entonces su capacidad de colaborar. Pero todo se puede venir abajo, y lleva camino, con la pugna entre gobierno de coalición o de cooperación.

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