Por
  • Fernando Sanmartín

De primera mano

" IDEAS " / 21/6/02 / FOTO : OLIVER DUCH Duch3207.jpg
Las manos también nos dicen mucho sobre una persona.
Oliver Duch

Hay manos que me han interesado. Siempre me fijo, por eso, en las de los ajedrecistas. Son la potencia del pensamiento ejecutada con los dedos. Y aún recuerdo las partidas entre Bobby Fischer y Boris Spassky. Una vez estreché la mano del púgil Alfredo Evangelista, que no jugó al ajedrez porque fue boxeador, campeón de Europa, y al tocarla me estremecí al darme cuenta de que esa mano había golpeado el rostro del gran Cassius Clay. Son importantes las de los funambulistas cuando llevan la pértiga y caminan por el alambre. Aunque para importantes me quedo con las manos de los cirujanos, que después de arreglar diez corazones sostienen un vaso de Coca-Cola con la inocencia de un adolescente.

Recuerdo las manos de Miguel Induráin en el Tour del 93, un poco antes de pasar la meta de Isola 2000, puerto ‘hors-catégorie’, cuando apretó las manetas de los frenos para que Rominger pudiera ganar aquella etapa. Ya nadie hace eso. Y veo las manos del Santo Padre durante el lavatorio de los pies. Y miro las de Trump cuando señala con un dedo y ese dedo parece un revólver. Y Pedro Sánchez, después de ganar las elecciones generales, sostiene el micrófono con la mano izquierda. Igual que Julio Iglesias cuando canta muchas de sus canciones.

Termino este repertorio, no puedo evitarlo, con algo que me ha conmocionado. Es la frase que pronuncia Ángel Hernández antes de darle a su esposa, en un vaso, el pentobarbital sódico para poner fin a su vida como ella le pidió: "Te voy a prestar mis manos".

Fernando Sanmartín es escritor

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