Entre la ‘derechita cobarde’, ‘las tres derechas’, ‘la foto de Colón’ o ‘el rehén de los independentistas’, los líderes de los partidos han coincidido en ofrecer mítines con un rosario de eslóganes y escasos discursos de peso. El partido de las elecciones generales se jugó, de hecho, bastante más en las formas que en el fondo con alguna honrosa excepción. No importó tanto la verdad -«y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela»- sino el impacto, escenificado en ese rollo de papel que Rivera le mostró a Sánchez con los supuestos desfalcos del PSOE en el segundo debate televisivo. El personal parece que engancha con los gestos más que con las realidades. Tiene todo el derecho. Las nuevas páginas web de ‘fact checking’, tan de moda -¿y quién controla al controlador?-, se han lazando a la caza del político mentiroso sin percatarse de que al ciudadano le va la frase, el golpe de boxeador, antes con Alfonso Guerra y ahora con Sánchez o Abascal. El problema o la solución al mercado de ocurrencias electorales llegará después. Dentro de poco tiempo sabremos cuál es exactamente la nueva presión fiscal sobre nuestros bolsillos, las verdaderas intenciones de ERC y la firmeza del Gobierno ante el grupo de señores que proclamó la república catalana. Para entonces ya estaremos de nuevo en campaña. Y habrá más ingenio, más frases. Sublime.