Inés Arrimadas

Arrimadas critica los lazos amarillos durante una sesión del 'Parlament'.
Arrimadas critica los lazos amarillos durante una sesión del 'Parlament'.
Quique García / Efe

Los miércoles Inés Arrimadas sostiene la dignidad parlamentaria y la verdad desde la tribuna del ‘Parlament’ de Cataluña. Cuando pasen estos años de furia y de mentira, cuando veamos la historia de estos años sin la pasión de los agredidos ni el sectarismo de los agresores, reconoceremos en Inés Arrimadas a una de las políticas españolas más importantes de las primeras tres o cuatro décadas de este siglo. Arrimadas es el parlamentarismo constitucional en permanente estado de guardia. Todos los días son miércoles de vigilancia y de observancia para Inés, lo cual es muy conveniente para el constitucionalismo en estos días en que si te despistas se te cuela Otegi en la gobernación.

Inés Arrimadas les dice cada día a los sediciosos y a los sedicentes que ni siquiera son mentira. Ese es el drama personal y colectivo de los independentistas catalanes, que ya ni siquiera son una mentira. El caso es que Arrimadas, que ha conseguido ser un referente para una buena parte de la clase media catalana -lo cual es casi heroico si tenemos en cuenta la proverbial cobardía para la discrepancia de la burguesía catalana-, sabe poner a los nacionalistas delante del espejo. Cada vez que le recuerda al presidente Joaquim Torra que para él los españoles somos bestias con forma humana, muere un gatito en ‘naciodigital.cat’ y se cae un ‘nen’ de la ‘colla’ de un ‘castell’ de la ANC.

Goethe nos dejó dicho que cada paso ha de ser en sí mismo una meta sin dejar de ser un paso. Goethe nos dejó dicho cómo abrir un hilo de Twitter dos siglos antes de Twitter. Inés Arrimadas tiene como meta incinerar la mentira ya muerta del separatismo contándonos paso a paso su verdad. Es tal la fuerza de esta mujer que la única manera de derrotarla es prohibir que Cataluña salga en la campaña electoral, y en eso están el presidente del Gobierno y su cohorte, en la asesoría de no hablar de Cataluña no sea cosa que el tema estropee la estrategia de jugárselo todo a la carta Otegi, Torra y Junqueras. Los enemigos de España, que diría el otro, que son, qué casualidad, los enemigos de Inés Arrimadas.

Así que, sin darse cuenta, Arrimadas se ha convertido en nuestra escala de Richter constitucional y lo que ella detecta como seísmo es con seguridad logarítmica una sima para nuestra democracia y para nuestra convivencia. Ahora, enemigos y catetos le reprochan que se vaya a Madrid. Ignoran que Lorca se fue a Nueva York huyendo de los localismos y regresó más Lorca y más poeta. Arrimadas agradecerá mucho de Madrid el agua y que no la llamen puta en un paseo de domingo con su marido. No por eso dejará de defender la convivencia entre catalanes. Hubo un tiempo en el que solo se podía ser vasco en Madrid y ahora solo se puede ser catalán en Madrid. Salvo Miquel Iceta, que solo puede ser catalán en el PSC, que no es un partido, es una pose.

No hay que fiarse ni de los asesores ni de los asesoristas que recomiendan ocultación. Bien lo sabía Azaña, que anotó en sus diarios un 3 de Julio: "A las 11 en el Ministerio. Conferencia con el Perro, general de la octava división que me anunció que hoy hay paz en La Coruña (antes me llamaron de La Coruña para decirme que estaban quemando un convento)". Cataluña está en la campaña porque está en nuestras preocupaciones, diga lo que diga el CIS secuestrado. Inés Arrimadas nos mantiene avisados y les tiene advertidos. Tiene la inteligencia, la fuerza y el valor de algunas de las mujeres más valiosas de nuestra historia política.

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