sucesos

Los niños de Valencia murieron por golpes en la cabeza junto a la piscina

Los médicos tratan de determinar el estado mental de la madre antes de que pase a disposición judicial.

Casa Godella
Residían en una casa okupada.
Efe

Apenas había cumplido cuatro meses de vida cuando su pequeño corazón dejó de latir. El bebé hallado muerto y enterrado junto a una casa en ruinas de la localidad valenciana de Godella murió como consecuencia de varias fracturas craneales que sufrió por los golpes que le propinó su madre, presuntamente, pocas horas antes del hallazgo de los cadáveres. Su hermano de tres años y medio falleció también de forma violenta como consecuencia de las graves lesiones que presentaba en la cabeza, según los resultados de las autopsias.

Los traumatismos y fracturas en los cráneos ya fueron apreciados por el forense de guardia de Paterna tras examinar los cuerpos en la noche del jueves en el campo abandonado donde los enterró la joven detenida. Como ya informó 'Las Provincias', los agentes del laboratorio de Criminalística de la Comandancia de Valencia retiraron con sumo cuidado la tierra removida en las dos fosas para recoger todas las pruebas incriminatorias posibles.

Tras asumir la investigación el Grupo de Homicidios y dirigir también los interrogatorios, la madre de los menores decidió colaborar y llevó a los agentes a los lugares donde había enterrado a sus hijos tras unas manifestaciones confusas en las que llegó a decir que los niños "tenían que resucitar". Eran dos fosas con muy poca profundidad situadas a unos 50 y 40 metros de distancia de la casa en ruinas donde malvivía la familia.

La minuciosa inspección en la caseta derruida y la parcela dio sus frutos cerca de la piscina, donde los especialistas encontraron restos de sangre. Una de las hipótesis que baraja la Guardia Civil es que la madre golpeó a uno de sus hijos contra el suelo en este lugar. Esto explicaría el hallazgo de sangre en este sitio de la parcela y la ausencia de objetos que podrían haber sido utilizados como arma homicida. Uno de los niños tenía el cráneo destrozado por los golpes y las lesiones del otro menor eran compatibles con golpes propinados con un objeto romo, según la autopsia. Además, los forenses determinaron que los pequeños no fueron sumergidos en agua, como insinuó el padre de los niños, Gabriel Salvador C. A., cuando manifestó de forma voluntaria a la Guardia Civil que su mujer debía "sumergirse en la piscina para reencarnarse en la vida de sus hijos".

El hombre también explicó que había discutido con su pareja porque no sabía dónde estaban los menores, y afirmó que su mujer había arrojado a una fosa séptica a uno de los niños, pero él lo habría rescatado luego con vida. Horas después, la joven habría sacado a sus hijos de la caseta de madrugada para matarlos a golpes, presuntamente, cerca de la piscina. Esta es una de las hipótesis que barajaban los investigadores de la Guardia Civil tras interrogar a los padres por separado.

"Están todos muertos"

Sobre las siete y media de la mañana del jueves, Gabriel se despertó y discutió con su mujer cuando vio que los niños no estaban en la casa. Ella salió corriendo y él la persiguió. Ambos iban desnudos. Varios vecinos que presenciaron la preocupante escena llamaron al 112 para alertar de lo que parecía una agresión sexual o un caso de violencia de género. Cuando llegaron los primeros agentes a la parcela, el hombre estaba dentro de la caseta y tenía rasguños en el rostro. Tras contar diferentes versiones sobre lo ocurrido, Gabriel dijo a los policías locales y guardias civiles que no debían preocuparse. "Están todos muertos", espetó el progenitor.

Después de escuchar la terrible frase, la Guardia Civil dispuso entonces un operativo policial para buscar a los dos menores y a su madre, María G. M., de 28 años. La joven estaba desnuda en posición fetal, con el cuerpo lleno de arañazos y con la mirada perdida, cuando fue encontrada sobre las 13.00 del jueves por 'Scot', un perro de la Guardia Civil adiestrado para buscar personas vivas.

Los agentes que la encontraron en el estrecho bidón de color azul le preguntaron de forma insistente dónde estaban los niños, pero ella apenas hablaba y si lo hacía era para culpar a su marido. Unas seis horas después, María llevó a la Guardia Civil hasta el lugar exacto dónde había enterrado a sus hijos.

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