Una conducta anómala

Personajes como Torra y Colau no pueden resistirse a dejar constancia de su inquina.

Un momento de la inauguración del Mobile World Congress.
Un momento de la inauguración del Mobile World Congress.
Quique García / Efe

Que la principal cita empresarial de la telefonía móvil en el mundo, el Mobile World Congress, se celebre en Barcelona es un activo importante para la economía y para la imagen exterior de España, especialmente para la Ciudad Condal. Buena falta nos hacen este tipo de repercusión internacional y los réditos que pueda dejar. Y lo cierto es que, a pesar de la larga temporada que llevamos de estrambóticas tensiones territoriales y políticas, la organización del acontecimiento es, en lo esencial, impecable. Una prueba de que en los países civilizados -y España merece muy buena nota- la sociedad, los segundos y terceros niveles de cualquier administración, las empresas, los profesionales, los funcionarios, etcétera, saben encapsular los conflictos políticos y evitar que contaminen el trabajo cotidiano. Hay que felicitarse. Ni siquiera unos políticos tan descarriados como los que hoy encabezan las instituciones catalanas son capaces de trabar el funcionamiento de una sociedad que quiere ante todo convivir y prosperar. Y mira que a veces lo intentan con ahínco. Eso sí, personajes como Torra y Colau no pueden resistirse a dejar constancia de su inquina rompiendo la cortesía institucional que debería coronar este tipo de eventos. Una conducta anómala que apenas salpica ya la normalidad de un éxito de Barcelona, de Cataluña y de toda España.