Normalidad judicial

El del ‘procés’ en el Tribunal Supremo es un juicio homologable en su desarrollo a cualquiera en un país democrático.

El presidente de la sala, Manuel Marchena, ha anunciado este miércoles los cambios en el calendario
El presidente de la sala, Manuel Marchena, preside el juicio del 'procés'
Efe

El independentismo catalán había planteado el juicio del ‘procés’ como una oportunidad, quizá la última, para realizar una demostración de fuerza que permitiese mantener viva la quimera de la secesión. Sin embargo, la normalidad jurídica que se respira en el Tribunal Supremo y el escaso seguimiento de la huelga convocada ayer en Cataluña son las pruebas más evidentes de que la reivindicación soberanista está perdiendo tensión emocional.

Los líderes rupturistas que organizaron el falso referéndum del 1-O siguen respondiendo a las preguntas de las partes en el Supremo. Ayer, el expresidente de ANC Jordi Sánchez y el fiscal Javier Zaragoza protagonizaron un intenso interrogatorio sobre los hechos ocurridos en la Consejería de Economía el 20 de septiembre de 2017. Todo dentro de la más absoluta normalidad procesal. Tampoco la huelga que se había convocado en Cataluña para protestar por el juicio tuvo un gran eco, a pesar de que la Generalitat intentó animarla. El día a día solo se vio afectado por algunos cortes de carreteras, interrupciones de los servicios de transporte y varias movilizaciones. Todo muy lejos de la conmoción social y política que se auguraba.

Es un hecho que hay cada día menos interés por la vista oral entre la opinión pública nacional y casi ninguno entre la internacional. Se animará ocasionalmente con alguna comparecencia llamativa, como la de Mariano Rajoy, la próxima semana, pero nada más. Incluso el bloque rupturista parece enmudecido ante la ‘desinflamación’ que se constata en el conflicto que han querido crear entre los ciudadanos catalanes. La Justicia está actuando dentro de los cauces homologables de las auténticas democracias, como la española. La firmeza del Rey en defensa de la Ley y la prudente y garantista actuación del juez Marchena están logrando difuminar el discurso victimista y tramposo de Joaquim Torra y Carles Puigdemont.