Y el amor hizo acto de presencia en el juicio

"Amo a España y amo a las gentes de España", fue una de las frases de Junqueras destacadas de la jornada.

Oriol Junqueras durante su declaración
Y el amor hizo acto de presencia en el juicio
Efe

Tenía que ser un 14 de febrero cuando Oriol Junqueras proclamara, desde el banquillo, su amor a España y a su gente. Cupido ha hecho este jueves su entrada en el Tribunal Supremo por la puerta grande, sin trabas, en un alegato de hora y media por la paz, el optimismo, el diálogo y las buenas formas.

Le ha puesto voz el otrora vicepresidente catalán, quien, gracias a la manga ancha del tribunal, ha tenido la ocasión de explicarse largo y tendido con las respuestas que ha dado solo a su abogado, en una suerte de arenga política más acorde con un mitin político que con una sala de vistas.

Junqueras ha empezado la jornada repartiendo amor. En contraste con la imagen del martes mirada al frente, impertérrito, dando la espalda a Quim Torra, este jueves el líder de ERC se ha levantado hasta en dos ocasiones del banquillo para saludar.

Ha sido al inicio del juicio. Durante casi un minuto, Junqueras, de pie, se ha girado y ha dedicado a los presentes una media sonrisa que dejaba entrever los nervios antes de salir a escena.

A diferencia de Torra, sí merecía su atención la nutrida comitiva de ERC que este jueves llenaba la sala, donde se ha echado de menos a los seguidores de Vox.

Y se ha podido explayar a gusto gracias a un magistrado presidente que ha sido el primero en tomar la palabra, medido en sus palabras hasta el extremo de disculparse por haber llamado Dolores a Dolors. "Queden tranquilos", ha afirmado un garantista Manuel Marchena para aclarar que los jueces solo valorarán lo que escuchen en el juicio.

Luego, Junqueras se ha subido a las tablas. Sin papel, solo delante de un micro aunque arropado por el calor humano de los suyos, ha repartido cariño por la Guardia Civil: "No todos" pegaron el 1 de octubre y los agentes se mostraron "muy amables" en el acoso a la Conselleria. Pero, sobre todo, por el país que le roba.

"Amo a España y amo a las gentes de España", ha sentenciado Junqueras, que se ha autodenominado "exquisitamente educado" con los agentes de la autoridad, "buena gente" y alguien que aboga "siempre por actuar en positivo".

En la "entrevista" con su abogado, incluso ha pedido una suerte de disculpas si se estaba dejando llevar por la "pasión". "Siempre me ha gustado hablar" y este jueves lo ha hecho, con ""placer", en castellano tras un año de "silencio forzado" entre rejas.

El mesías-"coach"-relator en que se ha convertido Junqueras se ha quejado de la "silla vacía" que siempre se encuentra enfrente por parte del Estado español. Eso sí, no ha querido contestar a las preguntas de la abogada que lo representa ni del Ministerio Fiscal porque le acusan por sus "ideas".

Unas ideas que a los magistrados, a España y al resto del mundo les han quedado claras. "Si me lo permite, es una reflexión que me parece interesante: Estamos independentistas".

Cuatro minutos ha tardado en despachar el asunto del asedio a la Conselleria de Economía el 20 de septiembre. Junqueras lo ve como una protesta tranquila, respetuosa, en la que se repartieron claveles y se oyeron cánticos a la "Mare de Déu de Montserrat", "estrella de Oriente de los españoles". ¿Cómo este "himno" va a tener una "interpretación tumultuaria"?

Religión mediante, incluso ha tachado de "apócrifo" el documento "Enfocats", la hoja del ruta hacia la DUI. Y sobre todo ha negado una y otra vez, hasta la saciedad, que "nunca, nunca, nunca" hubo violencia en el "procés".

Acabada la actuación, Junqueras ha decidido cambiar de escenario y sentarse detrás de su abogado, a un lado de la sala, desde donde ha tomado notas durante toda la declaración del que fuera su "conseller" de Interior, Joaquim Forn, quien sí ha respondido a un fiscal Fidel Cadena un tanto renqueante.

Lo ha hecho en una sala este jueves caldeada no solo por el amor, sino también por la calefacción que se echaba en falta otros días, en la que los abogados de Vox son los grandes olvidados.

No tienen quien les responda. Ni Junqueras, ni Forn, ni seguramente el resto de los acusados. La flecha de San Valentín no hace milagros.

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