Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Un estudio desvela la relación entre la contaminación y las fracturas de cadera

La investigación ha sido desarrollado por miembros de la Universidad Rey Juan Caros y del hospital de Alcorcón.

Imagen de archivo.
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Investigadores de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y del hospital de Alcorcón han descubierto que las condiciones meteorológicas adversas y las relacionadas con la contaminación atmosférica pueden ser "un factor asociado a las fracturas de cadera osteoporóticas".

Así lo reflejan los datos de dos investigaciones, coordinadas por los servicios de Medicina Preventiva y Salud Pública y Reumatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón (HUFA), y que se han publicado en las revistas 'Osteoporosis International' y en 'Archives of Osteoporosis'.

"El primero de los estudios describe, por primera vez, la asociación, en el corto plazo, entre niveles elevados de determinados contaminantes (NO2 y SO2) y la incidencia de fractura cadera", señala el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la URJC Angel Gil de Miguel.

Gil de Miguel afirma que, según el estudio, "aquellos días con mayor contaminación existe una mayor incidencia de fractura de cadera", aunque por la naturaleza del estudio "no se puede establecer cuál es el mecanismo implicado en la asociación entre la rotura de cadera y la contaminación".

Sin embargo, se especula con la posibilidad de que los factores contaminantes producen un aumento del riesgo de sufrir caídas, insiste, asegurando que los efectos de la contaminación en las personas son múltiples, pero fundamentalmente actúan a nivel cardiorespiratorio, destacan desde la Rey Juan Carlos en una nota.

Para el investigador de la URJC existen "evidencias" de que determinados contaminantes ambientales producen alteración en el control del ritmo cardiaco, lo que, en ancianos frágiles, "podría alterar el rimo cardiaco y ello producir ortostatismo, que es conocido que aumenta el riesgo de sufrir caídas".

Asimismo, la segunda investigación sugiere que de forma parecida a lo que ocurre en los países nórdicos y otros países con latitud mayor de 50 grados, en nuestro medio, existe un patrón de estacionalidad de la fractura de cadera, caracterizado por un aumento de la fractura de cadera en otoño y en menor medida en invierno.

"Este patrón difiere al descrito en países con latitud mayor de 50 grados, en cuanto que la mayor incidencia en estos países se observa en invierno", añade el investigador de la URJC del departamento de Reumatología del HUFA Ramó Mazzucchelli.

Según Mazzucchelli, los datos también reflejan que, a corto plazo, las diferentes condiciones meteorológicas influyen en el desarrollo de las fracturas de cadera y que, otoño e invierno, son "las estaciones en las que se producen mayores casos, con respecto a los meses de primavera y verano".

"El mecanismo implicado en esta asociación es a través del aumento de la frecuencia de caídas de las personas mayores, en relación con la presencia de superficies resbaladizas", subraya el investigador, que también ha analizado si las condiciones climáticas y de calidad del aire influyen en este patrón de estacionalidad.

En esta línea, los investigadores han observado que variables meteorológicas como la niebla, escarcha, lluvia y bajas temperaturas se asocian con este patrón de estacionalidad.

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