Unos presupuestos virtuales

El proyecto de cuentas públicas de Pedro Sánchez espera recaudar 20.000 millones con una relevante subida de impuestos.

La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, y la ministra de Hacienda, María Jesús Montero.
Javier Lizón

La propuesta de Presupuestos del Estado para este año ya encara su complicada tramitación en el Congreso de los Diputados después de que el Gobierno la aprobara ayer. Pedro Sánchez condiciona el aumento del gasto público a una subida récord de la recaudación por impuestos a pesar de la desaceleración económica. Además, el proyecto nace sin los necesarios apoyos parlamentarios.

El Consejo de Ministros ha aprobado el proyecto de Presupuestos Generales con un récord de ingresos fiscales para financiar el aumento del gasto social y de la inversión en infraestructuras: una recaudación de más de 227.000 millones, casi 20.000 millones más que el cierre del año pasado. Este fuerte incremento se debe, en gran medida, a la relevante subida de impuestos que quiere llevar a cabo el Ministerio de Hacienda y que afectará a la práctica totalidad de las figuras impositivas. No obstante, ni es seguro que la recaudación vaya a ser tan elevada (sobre todo por las previsiones de desaceleración del crecimiento del PIB) ni tampoco es seguro el respaldo de los socios del Gobierno, Unidos Podemos, y de quienes auparon a Sánchez a la Moncloa: los independentistas catalanes y los nacionalistas vascos.

Entre tanta incertidumbre, el líder socialista gana tiempo con estas cuentas públicas porque su tramitación parlamentaria supone mantenerse en la Moncloa y no convocar elecciones anticipadas, al menos por ahora. El Ejecutivo quiere explorar hasta el final las posibilidades de éxito de sus electoralistas Presupuestos para 2019. Si fracasa en el intento, a nada conduciría prolongar de forma artificial una gestión vacía de contenido. La imperiosa necesidad de estabilidad política que reclama el país debería despejar los recelos de Sánchez hacia una disolución de las Cortes en los próximos meses. Lo que debe evitar de forma clara y tajante es ese clásico y censurable guiño de privilegiar a los nacionalistas para lograr su respaldo.