El brindis fallido

Múgica se da de baja del PSOE por la cena de  Mendía con Otegi en Nochebuena
Múgica se da de baja del PSOE por la cena de Mendía con Otegi en Nochebuena

El deseo navideño por excelencia, ‘paz a los hombres’, culmina con tres palabras que dan todo su sentido a la frase: “Paz a los hombres de buena voluntad”. Sin buena voluntad, sin hechos de reparación, las palabras de perdón o los gestos de arrepentimiento pueden tener el mismo valor que los mohines del niño pillado en falta que busca eludir la reprimenda de los padres. En teoría, la foto de la cena festiva entre el dirigente de Bildu, Arnaldo Otegi, condenado por terrorismo, y la dirigente de los socialistas vascos, Idoia Mendia, buscaba simbolizar el espíritu de un nuevo tiempo en el que, por fortuna, las pistolas no matan. Para José María Múgica, hijo de Fernando Múgica Herzog, asesinado por ETA en 1996, fue una manera intolerable de contribuir a blanquear la imagen de Otegi, que jamás ha pedido perdón por la barbarie de ETA. Otegi no es un hombre de paz. Y ETA dejó de matar porque el Estado de derecho, la resistencia de los demócratas, ganó un pulso terrible que ha dejado un balance insoportable de vidas truncadas. Después de esta tenaz resistencia, después de la clara victoria de los demócratas, será un error dejar que escriban el relato los amigos de los asesinos. La dignidad, tan intagible como importante, se mide en cosas como esta. No era necesario brindar para respaldar la convivencia, aunque siempre sea momento de debatir y de confrontar ideas. Pero ese momento de chocar los vasos y las copas que se asocia a la felicidad y a una amistosa complicidad es incompatible con la memoria de las víctimas. Sobre ese engañoso burbujeo en el que se ahogan las penas ajenas y se diluyen las culpas, difícilmente se puede cimentar una auténtica convivencia.