Los tres años del bloqueo de España

La política española lleva bloqueada desde las elecciones del 20 de diciembre de 2015.

El voto de los españoles produjo un reparto de escaños casi ingobernable.
El voto de los españoles produjo un reparto de escaños casi ingobernable.

El próximo jueves, la política española cumplirá tres años de parálisis. Desde aquellas elecciones del 20 de diciembre de 2015, en las que los españoles liquidamos el bipartidismo, han pasado, es verdad, muchas cosas, todo un torbellino de acontecimientos, casi un huracán. Y sin embargo, nada importante ha cambiado. Mucho movimiento para no llegar a ningún sitio. No hemos avanzado nada, los problemas que teníamos siguen ahí, sin que nadie les haya hincado el diente, tres años después. Pasamos casi uno sin gobierno y han seguido dos más de gobiernos en precario, primero con Rajoy y ahora con Sánchez. Gobiernos que ni han impulsado reformas ni han presentado leyes ni han tenido iniciativas trascendentes más allá de aplicar con timidez el artículo 155 cuando ya no quedó otro remedio, ni un minuto antes. Globos sonda, fuegos de artificio o posturitas de pasarela sí que hemos visto, pero de propuestas serias, fundamentadas y posibles, poco o nada. Naturalmente, los primeros responsables somos los votantes. No creo que ningún español votase pensando en bloquear la situación política, pero de la distribución de esos millones de sufragios se ha seguido un reparto de escaños que hace muy difícil un gobierno sólido y efectivo. ¡Paradojas de la democracia! Pero la culpa recae después sobre unos dirigentes que no han sabido adaptarse a las circunstancias de manera constructiva. Han sido incapaces de tejer acuerdos para gobernar e impulsar el progreso del país. Pactos que, para ser de verdad fructíferos y no ahondar las divisiones y las brechas, tienen que pasar por el centro del espectro y no por sus extremos. Si esas actitudes no cambian, las próximas elecciones generales, cuando quiera que Sánchez decida convocarlas, no nos sacarán del pantano.