O sanchismo o PSOE

Pedro Sánchez ha contribuido como nadie a que una masa crítica de sus presuntos electores consideren que el ‘sanchismo’ juguetea con la unidad nacional #a cambio de una noche más en la Moncloa.

La mayoría de los votantes del PSOE son partidarios de la unidad de España.
La mayoría de los votantes del PSOE son partidarios de la unidad de España.
Krisis'18

Alfonso Guerra dice que nunca vio un afán mayor que el de este presidente por dormir en la Moncloa. De ese afán desmedido surge la imposibilidad vital del ‘sanchismo’ de aplicar el 155 de la Constitución en Cataluña y asumir su consecuencia, o sea, la de convocar de inmediato elecciones. Pese a su incapacidad legislativa y su colapso institucional. Así que no acabará fácilmente este simulacro de gobernación con quienes quieren desgobernar la nación hasta descoyuntarla. Es cierto que, cíclica e históricamente, al PSOE y al teatro les asalta una crisis aun gozando ambos de una mala salud de hierro. Lo dramático ahora es que el PSOE hace agua por la última de sus siglas porque Pedro Sánchez ha contribuido como nadie a que una masa crítica de sus presuntos electores consideren que el sanchismo juguetea con la unidad nacional a cambio de una noche más en la Moncloa. Que está jugando a lo único que no puede jugar un partido de corte clásico, institucional y nacional: con la idea de nación misma. Al PSOE se le descosen las siglas sin sigilo.

Partido: Los partidos tradicionales están en crisis en toda Europa. La partitocracia ha cedido en países como Francia, Alemania, Italia, etc., y España no va a ser una rotunda excepción de aquí a mayo. Los ciudadanos han reaccionado al poder omnívoro de los partidos y su corrupción buscando nuevos partidos y sobre todo nuevas formas de representación y de relación ciudadana con sus instituciones. Para un partido con una estructura tan pesada como la del PSOE esto no es un drama menor. Para colmo el sanchismo ha contribuido a empequeñecer al partido en beneficio del Gobierno. La política partidista surge en el consejo de ministros y se comenta en la rueda de prensa posterior. Ferraz es un ente vacío, mudo.

Socialista: Que la socialdemocracia del siglo XX ha dado paso a una deriva más radical en el XXI es un fenómeno que se ha dado en todas las democracias liberales. Algunos politólogos de izquierdas, como recopila Félix Ovejero, creen que la socialdemocracia ha muerto de éxito. Eso sí que es una bonita y romántica forma de envolver el fracaso. La etiqueta socialdemócrata, por sí misma, hoy no gana elecciones. La deriva del sanchismo, difuminando su mensaje con Podemos en muchos aspectos (hay que dormir en la Moncloa) también diluye ese mensaje en el PSOE. A veces porque no llega y otras porque se pasa.

Obrero: Muerta la lucha de clases como motor revolucionario, la ‘O’ de obrero es la sigla que más grande le viene al PSOE. La sociedad transversal de hoy y la revolución tecnológica suponen que combatir la desigualdad #-además de dejar de ser una cuestión solo ideológica (aunque siga ideologizada)- no viene asociado únicamente al movimiento obrero. Además, gobernar ‘para los que no llegan a fin de mes’ es una prédica demagógica que le sale mejor a quien no haya gobernado durante la mitad de nuestra etapa democrática. Las clases populares -aunque no solo- se decantan hacia el populismo de izquierdas y de derechas.

Español: El más grave problema actual del PSOE, el partido que más se parecía a España según Felipe González. Un partido en crisis como estructura, con la socialdemocracia como cansado motor, sin el ímpetu de la lucha de clases ha de tener, al menos, un referente: la utilidad para la comunidad de personas a la que ha de servir. La mayoría de los votantes del PSOE resumen esa comunidad llamándola España y su condición en la de españoles. El sanchismo y sus socios son percibidos a fecha de hoy por la mayoría de los votantes socialistas en Aragón, Andalucía, Extremadura, Asturias, Valencia, Madrid, Cantabria, La Rioja, las dos Castillas, Murcia, Navarra y Canarias como un Gobierno débil frente a los rupturistas. Apoyado por el supremacismo de los albaceas del testamento de ETA (¡cómo duele eso en Navarra!), la xenofobia de ERC o el fascismo de Quim Torra, que son a la vez sus apoyos parlamentarios y enemigos de la unidad de la nación española, es decir, enemigos del PSOE.

O sanchismo o PSOE. La cosa no da para más malabares. No se puede estar con las víctimas de Alsasua contra las víctimas de Alsasua. Ni pactar presupuestos con golpistas. O el sanchismo se refugia en el PSOE hasta mimetizarse de nuevo o el PSOE lo va a pasar muy pero que muy mal, lo cual es siempre una pésima noticia para España.