Querido Gladiador

Ahora que eres un adulto, Gladiador, no entiendes a la gente que aplaude tu expulsión.

Lo que para otros era una escalera, para ti resultaba una muralla.
Lo que para otros era una escalera, para ti resultaba una muralla.

Querido M: escribí esta carta pensando que era una ficción, pero la realidad se empeña en amanecer disparatada y lo que concebí como un cuento está degenerando en pesadilla. Decía así: "Querido Gladiador: creíste llegar al paraíso. Naciste aquí, sí, pero tus padres venían del hambre y la guerra. No hablabais nuestra lengua y vuestra religión era para nosotros una amenaza absurda y una buena coartada. Creciste aquí, topaste con profes perplejos que trataban de ayudarte. No aprobabas… Dijeron que tus padres trabajaban día y noche, en aquellos turnos que la gente de piel clara no quería. Pasabas la tarde solo o en la calle, buscando compañía. Cuando tus notas se torcieron a tus padres no les llegaba para una academia. Me decías que lo que para algunos es una escalera, para ti es una muralla. Tu torva adolescencia vació de oportunidades tus bolsillos".

"Ahora eres un adulto, Gladiador, tienes que salir al mundo. Dices que no entiendes a la gente que aplaude tu expulsión, si han sido tus padres los que han despertado a esta ciudad en los últimos diez años. Tienes razón: este profe perplejo apenas ha visto gente de piel clara en las paradas de autobús a las seis de la mañana en los últimos diez años. Una vez dije en clase que aceptar la crueldad contra el desposeído predispone a disfrutar de su dolor, como espectáculo. Patada en el culo, Gladiador. Ahora quieren trabajadores de piel y lengua clara. Es latín, Gladiador. Repite conmigo: morituri…".

Jorge Sanz Barajas es profesor y escritor