Por
  • Víctor Orcástegui

A Sánchez le aflora la veta populista

Pedro Sánchez durante la inauguración de la XIX Edición del Foro Iberoamericano
Pedro Sánchez durante la inauguración de la XIX Edición del Foro Iberoamericano
Efe

Con el asunto del impuesto de las hipotecas le ha aflorado a Pedro Sánchez la veta populista. Seguramente todo político debe tener una; y si es socialista, dos. Desde que se conoció la sentencia del Supremo el ‘motto’ subyacente a sus acciones ha sido algo así como «Sánchez contra la pérfida banca, Sánchez contra los malvados jueces». Su afirmación de que «la democracia es que no paguen siempre los mismos» parece un eslogan panfletario digno de la máquina de tuitear de Podemos o de una mano derecha de Maduro. Hasta la podría haber cogitado Trump.

Diga lo que diga Sánchez, las entidades financieras, en función de las circunstancias del mercado y de la organización y estrategia comercial de cada una, irán repercutiendo el coste del impuesto a sus clientes a través de los intereses y las comisiones de los préstamos. No tienen otro remedio.

Pero lo que no se le ha ocurrido a nuestro presidente es eliminar sin más un impuesto que carece de sentido. ¿Por qué razón las escrituras de un préstamo hipotecario deben sufrir un castigo fiscal que añade más peso al ya de por sí oneroso proceso de adquirir una vivienda? Las hipotecas no se escrituran porque lo diga el banco, sino porque lo exige la ley. Y aunque es cierto que sirven para que el banco pueda ejecutar la garantía en caso de impago, también lo es que la escrituración va en favor del interés general. Sin la escritura y su correspondiente registro, el ciudadano que va a comprar un piso no podría saber si pesa sobre él alguna carga hipotecaria, lo que facilitaría los abusos y los fraudes.

Si la escritura es obligatoria y necesaria, ¿qué sentido tiene un garrotazo fiscal de hasta un 1,5%? El único sentido es que resulta fácil de recaudar.