Por
  • José Javier Rueda

La capacidad seductora del listo de la clase

Iglesias llega a la prisión de Lledoners para reunirse con Junqueras.
Iglesias llega a la prisión de Lledoners para reunirse con Junqueras.
Efe/Susanna Sáez

Dando por bueno que un embajador es un observador certero, el penúltimo representante de EE. UU. en España acaba de valorar a cada líder político. Costos dice en sus memorias: «Rivera me parecía honesto y fiel a sus ideas; Pedro Sánchez, un hombre correcto y profesional; y en cuanto a Pablo Iglesias, encendía todas mis alarmas su capacidad de seducción (…). Te decía exactamente lo que querías escuchar… Y luego lo aprovechaba para hundirte».

Efectivamente, el líder violeta ha demostrado su habilitad táctica en numerosas ocasiones, aunque los resultados se hayan malogrado por la soberbia clásica de quien se cree el más listo de la clase. Ahora maniobra para sostener en la Moncloa al ave fénix del socialismo español. Y no por solidaridad, sino por estrategia: siempre ha anhelado la hegemonía de la izquierda. Provocativamente, ya lo demostró en 2016 cuando le exigió a Pedro Sánchez la vicepresidencia de un posible gobierno y el control de todas las palancas del poder, desde el BOE al CNI.

Hoy se reunirá con Urkullu, tras haberlo hecho con Junqueras en la cárcel y haber telefoneado a Puigdemont, para apuntalar los Presupuestos del Estado. Si no consigue el apoyo del nacionalismo vasco y el independentismo catalán, la culpa será del inmovilismo del Gobierno de Sánchez. Si lo logra, el éxito será solo suyo.