Otros vendrán

¿Cuándo conseguiremos los españoles que nos dirija un Gobierno con gente en la que se pueda confiar? La sucesión de presidentes parece responder al refrán: «Otro vendrá que bueno me hará». Pedro Sánchez llega dispuesto a batir el récord de desaciertos

Sería difícil escoger al peor presidente del Gobierno que haya tenido España.
Sería difícil escoger al peor presidente del Gobierno que haya tenido España.
Viticor

Dice el dicho que «otros vendrán que bueno te harán». Aunque el refrán original, como explican en el Centro Virtual Cervantes, es en singular: «Otro vendrá que bueno me hará». Aclarando que «puede que ciertas personas o cosas consideradas hoy malas sean tenidas por buenas, al compararlas con otras peores».

Nunca imaginé que llegaría a presidente del Gobierno de España alguien peor que Rodríguez Zapatero. Ese que fue el muñidor de buena parte de los desastres que ahora cosechamos. Sembró vientos y barros que hoy son tempestades y lodo. No hace falta enumerar la lista de ‘aciertos’ del peor presidente de la democracia española. Ni siquiera es necesario recordar aquello que dijo a su esposa sobre «la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar». Ni tampoco merece la pena repetir el argumento y la valoración reciente que hizo de él don Luis Almagro, actual secretario general de la Organización de Estados Americanos, cuando le aconsejó que no fuera «imbécil» (sic), tras considerar su ‘mediación’ en los desastres que están sucediendo en la dictadura venezolana de Maduro… Ni la calificación de «encubridor» del régimen que le dedica Human Rights Watch.

En realidad, no es la primera vez que me equivoco. En su momento pensé que en Aragón, en nuestro país, y en esta España nuestra no podríamos padecer nada peor que el ‘trecenio’ ominoso del señor González. Ese que nos reprochó de forma colectiva aquello de «hay algunos que se sientan encima del botijo y no quieren soltarlo». Los sucesivos gobiernos de Felipe González mostraron cómo se puede usar el poder para servir a los intereses particulares de unos pocos. Aunque no se llegó a probar quién era la ‘equis’ del GAL ni cómo los flecos colaterales de los distintos casos de corrupción rozaban a tan insigne figura. Pero luego llegó el señor Aznar, personaje bullicioso y de poco provecho, que tuvo el gran tino de limitar su mandato a dos legislaturas. Y poco más. Se empecinó en hacerse fotos donde no era oportuno, apoyar guerras que no merecían la pena e, incluso, sigue ahora echando pestes del sucesor que él mismo nombró con su dedo ‘destinador’. Mariano Rajoy es el último derrotado, vive como registrador y con buen sueldo. Pasará a la historia con no mejor balance que los anteriores, vencido en una partida donde, cual clásico jugador de chica, perdió el mus. No supo envidar a la grande, ni a pares, ni al juego. Le faltaba ‘rasmia’, el coraje de líder que soluciona problemas enfrentándolos. Prefería esperar, viendo pasar las horas. Aunque eso sí, Rajoy supo sostener el barco antes de que se hundiera completamente tras el desastre ‘sociolisto’ de las legislaturas zapateriles o, mejor, ‘zapaestériles’.

Sin embargo, lo dicho, otros vendrán… Y llegó como sorpresa primaveral Pedro Sánchez Pérez-Castejón. Aire fresco, juventud. Consiguió sacar al Partido Popular del Gobierno de España. Jugó bien. Quitó la mano al partido de Soraya Sáenz de Santamaría y de quienes con ella alimentaban la maquinaria del Estado al servicio del interés de otros pocos. Con ese golpe estratégico, jugando bien la aritmética parlamentaria y los tiempos procesales, ha conseguido hacerse un puesto en la historia. Y ya es alguien, no solo ha conseguido un salario para toda la vida, es posiblemente el presidente que en menos tiempo gobernando ha conseguido equivocarse más veces en sus decisiones. Era de esperar, seguro que sabía que su mediocridad es proporcional a su doctorado. Obvio, en el infausto autor de una tesis escondida durante años por temor a ser reconocido. Ha llegado para redimir a Rodríguez y eso no presagia nada bueno para el conjunto de la ciudadanía. Ha mentido tanto en tan poco tiempo que ha roto lo más valioso de cualquier sistema social, la confianza.

¿Quién puede creer a Sánchez? Mintió en la moción de censura al prometer elecciones y se miente cuando quiere agotar la legislatura de unas elecciones que perdió. Es más, ¿cómo puede frivolizar tanto? Ni lo de Cataluña, ni la Transición, ni los Presupuestos son una broma. Era difícil imaginar algo peor de lo que ya hemos padecido, pero aquí está. ¿Cuándo conseguiremos que nos presida un Gobierno con gente en la que confiar?

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza