Exorcismo docente

Los estudiantes también son capaces de encontrar argumentos para defender la universidad.

Un aula universitaria.
Un aula universitaria.
Juan Carlos Arcos / HERALDO

La semana pasada les conté que mi alumnado, al comentar en clase un texto muy crítico con la universidad, había expresado con argumentos sólidos que el sistema educativo no le enseña a pensar, sino a aprobar, y que no está en la universidad para aprender, sino para obtener un título. Y ello, pese a que, según sus notas de acceso al Grado en Derecho, se trata de un grupo académicamente triunfador.

Con intención de exorcizar la desilusión, planteé otra actividad de aula, en el ámbito docente dedicado a las competencias genéricas de la titulación, como el trabajo en equipo, la argumentación y la expresión oral. Puesto que son estudiantes que van a ser juristas, les pedí que defendieran al diablo. Basándose en datos reales obtenidos de Internet, y no en conjeturas, cada equipo tuvo que hacer una apología de la universidad, la institución que días antes había sido denostada.

Curiosamente, aunque sabían que el profesor no iba a poner notas ese día, las intervenciones de todos los equipos fueron excelentes. Emergieron en la pizarra muchas razones a favor de nuestro sistema educativo, muy mejorable, pero valorado como un gran logro de la sociedad. Hubo argumentos socioeconómicos, políticos, humanísticos y éticos. Y se admitió que se mejora mediante el esfuerzo, no desde el victimismo de salón. A los pocos días, mientras explicaba cómo se calcula la elasticidad de la demanda por el método del punto medio, vi un bostezo disimulado que me hizo titubear. Pero solo sería un instante. El exorcismo funcionó. Visualicé aquella pizarra llena de razones, recuperé la convicción y seguí como si tal cosa.

jusoz@unizar.es