Por
  • Antonio Papell

Demografía e inmigración

El 17,8% de la población española tiene más de 65 años.
El 17,8% de la población española tiene más de 65 años.

La situación demográfica de España es inquietante, aunque el asunto solo se plantee de tarde en tarde y sin demasiado interés, como si lo que nos pasa fuera fruto de alguna irremediable fatalidad y no valiera la pena inquietarnos por ello. Según estadísticas recientes tomadas de un trabajo de Javier Gilsanz, España tiene hoy la natalidad más baja de Europa, 1,33 niños por mujer, la mitad que en 1976 (2,76). En 2017, han nacido menos de 400.000 niños, algo que no sucedía desde el quinquenio 1995-2000 (363.469-397.000 niños) y que no había ocurrido desde los años cuarenta. De hecho, en los cuarenta nacieron en España casi 500.000 niños al año y de 1960 a 1976, los años del ‘baby-boom’, entre 600.000 y 700.000 anuales.

Hoy, los nacimientos se han desplomado por la crisis (teníamos 519.999 nacimientos en 2008), sobre todo por dos razones: hay menos mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años) por el desplome de la natalidad en los ochenta y noventa, y la mujer tiene cada vez los hijos más tarde (actualmente, es madre con 32 años en promedio, cuando en 1976 lo era con 28,5 años). La caída de la natalidad produce un envejecimiento de la población, que en España ha sido remediado en parte por el incremento de la inmigración (el 1 de enero, había en España, según el INE, 4.719.000 extranjeros). Pese a ello, España es el país más avejentado de la UE: el 17,8% de la población tiene más de 65 años (la media es el 9,8% en Europa); y el segundo del mundo después de Corea del Sur (22,5%). Y la tendencia es creciente: en 2017, la esperanza de vida era en España de 83,4 años (tres más que la medida de la OCDE) y llegará a 88 años en 2065.

Esta situación no es sostenible, ya que los escasos jóvenes no serán capaces de mantener el Estado de bienestar. Por lo que o se emprenden potentes políticas de natalidad y fomento de la familia o abrimos las puertas a la inmigración. O ambas cosas. Este país no ha sido históricamente previsor, pero nos va el futuro en ello. En las negociaciones en curso para la sostenibilidad de las pensiones en el Pacto de Toledo estos datos deberán ser tomados muy en serio.