La imprudencia de Cunillera

La delegada del Gobierno en cataluña realizó ayer unas inapropiadas declaraciones sobre el indulto a los presos independentistas.

Lanzar propuestas poco prudentes para, acto seguido, rectificar se ha convertido en un tic habitual del Ejecutivo de Sánchez. Ayer volvió a ocurrir, y en un tema muy delicado, con las palabras de la delegada del Gobierno en Cataluña sobre el indulto de los líderes independentistas procesados por rebelión. La marcha atrás era obligada, pero desde un cargo como el de Teresa Cunillera habría que ser mucho más cauteloso y más firme en la defensa de la legalidad.

Las declaraciones de la delegada del Gobierno en Cataluña señalando que es partidaria de conceder el indulto a los líderes independentistas acusados de rebelión suponen una peligrosa temeridad, pues contribuyen a alentar la estrategia secesionista que pretende deslegitimar al Estado de derecho. Y resulta especialmente grave que las realice una persona que, por su cargo, tiene directa responsabilidad en la defensa de la legalidad en Cataluña. Especular con posibles indultos cuando ni siquiera ha comenzado el juicio oral no solo es adelantarse indebidamente a los acontecimientos, sino que conlleva socavar el funcionamiento de la Justicia. La misión de la delegada del Gobierno no es congraciarse poco o mucho con los independentistas, sino amparar los derechos de todos los ciudadanos catalanes y sostener con firmeza el orden constitucional.

La imprudente afirmación de Cunillera llegaba además pocos días después de que el ministro de Exteriores, Josep Borrell, expresase su preferencia por que los líderes independentistas estuvieran libres. El Gobierno debería entender que este tipo de declaraciones abonan el temor de que pueda tener la tentación de ceder ante las presiones de la Generalitat, aunque hoy asegure que no es esa su intención. La rectificación realizada posteriormente por Cunillera era indispensable, pero el error tiene trascendencia política y afecta al desempeño de un cargo que requiere más prudencia y más sentido de Estado.