Sumiso y mediocre

La gente sabe que los títulos universitarios cuestan esfuerzo
La gente sabe que los títulos universitarios cuestan esfuerzo

Se dice que los casos de políticos que han obtenido títulos universitarios de forma inmerecida cuestionan la credibilidad de la universidad española. Yo no lo creo. El público sabe que los títulos cuestan esfuerzo. Hay muchos incentivos para ello y muy pocos para el desprestigio. Y quizás, solo quizás, la flexibilidad presencial que a veces se concede al alumnado, al que trabaja, sobre todo, tenga algo que ver con la necesidad de alcanzar una matrícula mínima, en un contexto de precios públicos que parte de la sociedad no puede pagar, especialmente en el caso de los másteres.

Por otro lado, pienso que la crítica de la universidad es muy necesaria, siempre que los argumentos no oculten intereses espurios y que no se limiten a desalentar. En este sentido, encuentro dos orientaciones que incurren, respectivamente, en ambos males. La primera, sirviéndose torticeramente de los principios neoliberales y de la idea de mercado, solo realza los defectos de la universidad pública y las virtudes de la privada. A esta doctrina, que también se aplica a otros sectores, como la sanidad, se le suele ver el plumero y da la impresión de que por el momento apenas ha calado en la opinión pública española.

La segunda vertiente crítica aludida procede de las antípodas ideológicas de la anterior, pero produce un efecto antisistema parecido. Según esta propuesta, la universidad, puesta al servicio del poder, ha dejado de estar consagrada al saber y al pensamiento independiente. Un buen ejemplo de tal enmienda a la totalidad, por las aportaciones clásicas y actuales que compendia y por lo seriamente argumentado que está, conforme a la innegable calidad científica de su autor, es un texto reciente de Federico Aguilera, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de La Laguna.

Personalmente, esta visión me desalienta. Me reconozco en el profesor de Economía que denuncia, tildado de sumiso y mediocre, pero no encuentro en ella ninguna clave útil para dejar de serlo.

jusoz@unizar.es