Joaquim Coll: "En Cataluña está en juego la democracia liberal"

Coll (Barcelona, 1967) participó ayer en Zaragoza en la presentación del libro ‘Anatomía del procés’, un acto organizado por Federalistas de Aragón.

Joaquim Coll, ayer en Zaragoza.
Joaquim Coll, ayer en Zaragoza.
Guillermo Mestre

Es coautor del libro ‘Anatomía del procés’. ¿Cuál es el estado del paciente?

El libro intenta hacer una anatomía, una descripción de lo que ha sido el ‘procés’ en estos cinco años, de la tensión secesionista. El proceso es sinónimo de una unilateralidad, ese imaginario que hizo creer a muchos catalanes que era suficiente con una mayoría de diputados en el Parlament para materializar la ruptura. Que prescindía de los elementos básicos de una democracia constitucional, de un gran acuerdo, que pretendía hacer creer que se podía seguir en la UE, que habría un reconocimiento internacional, etc. Todo eso que empezó en 2012 es lo que se hundió el 27 de octubre de 2017.

Cerrado ese ciclo, ¿hemos de ser pues optimistas?

Dispararon la bala de plata, que era la declaración unilateral de independencia; una vez que lo haces y no pasa nada, y no te reconoce nadie, ¿vuelves a hacer lo mismo? Parece difícil. Pero es evidente que es un conflicto a largo plazo. Parece que el independentismo no quiere aceptar dos cuestiones fundamentales: que este es un problema entre catalanes y la no renuncia explícita a la unilateralidad.

Del 1-O y las leyes de desconexión a los lazos amarillos. ¿Hemos pasado de la maquinaria pesada a un conflicto de desgaste, de baja intensidad?

Hoy no opera la unilateralidad, pero la tensión secesionista continúa. Y eso no es poca cosa. Nos encontramos en una fase distinta. Hay incertidumbre: ellos no tienen estrategia, no saben por dónde tirar, son contradictorios. No hay una unidad de criterio. Ahora bien, eso no significa que no se vayan a dar situaciones peligrosas e inaceptables desde el punto de vista democrático.

¿Cuál es el elemento más preocupante? La sociedad catalana, que está mucho más crispada.

¿Es Cataluña uno de los focos del conflicto global que se libra contra la democracia liberal?

Por supuesto, y desde hace tiempo. En Cataluña hay un nacionalpopulismo clarísimo. Y no hay más que observar las conexiones evidentes con esta Europa de ultraderecha, fascistoide, iliberal. Sí, en Cataluña está en juego la democracia liberal. Absolutamente.

¿Ve alguna similitud entre Puigdemont y Martin Luther King?

(Se ríe) No, no hay ninguna analogía posible entre una opción separatista de un territorio rico y los derechos de los afroamericanos. Es escandaloso pretender esa analogía, como tantas otras: Gandhi, Rosa Parks, etc.

La convivencia entre el PDECat, JxC, ERC, la CUP y la ANC siempre parece a punto de explotar, pero nunca acaba de hacerlo.

La situación es confusa. ¿Quién manda hoy en Cataluña? Pues muy bien no lo sabemos. ¿Puigdemont? ¿Torra y Artadi? Los de ERC dicen, condicionan, todos se bloquean mutuamente…

El PP y C’s piden otro 155. ¿Se dan las condiciones para ello?

Conocemos las enormes dificultades para aplicar el 155; recordemos el gravísimo error de no haberlo aplicado el 6 y 7 de septiembre, y ahí la culpa es de todos. Para mí, es esencial apartar a Cataluña de la lucha partidista. Es una irresponsabilidad tremenda, de todos, porque estamos ante una cuestión de Estado.

En algunos ámbitos existe el temor a que Pedro Sánchez ceda en exceso ante los independentistas. ¿Cree que está justificado ese miedo?

Pero ¿ceder qué? Dialogar no es ceder. Liberar a los presos no está en su mano, y tampoco el referéndum que piden. Ahora, sí hay situaciones escandalosas en las que el Gobierno debería actuar. No creo que esta etapa se diferencie mucho de la de Rajoy. El escenario de mano tendida, eso sí, es bueno que exista.

¿Ayuda en algo al debate opinar sobre si Junqueras y compañía deberían estar presos o no?

No. Primero, no comparto la tesis: considero que sin presos no cambiaría nada. Además, aunque estuviesen en libertad provisional –y hay que recordar que Puigdemont es uno de los principales responsables de que estén en prisión, por su huida–, va a haber un juicio por delitos graves, con posibles penas muy amplias.

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