Devoluciones exprés

El Gobierno de Pedro Sánchez expulsa por primera vez a un grupo de subsaharianos por violar la valla.

Asalto a la valle de Ceuta
Asalto a la valle de Ceuta
Efe

España ha devuelto a Marruecos a los 116 inmigrantes que el miércoles saltaron la valla de Ceuta. Pedro Sánchez pasa así de acogerlos con los brazos abiertos a expulsarlos de forma fulminante. Se impone algo menos de improvisación y bastante más de acuerdo dentro de la UE. Mientras tanto, es preciso destinar con urgencia los medios necesarios, tanto para una acogida humanitaria como para la protección de las fronteras

Con la decisión de acoger en el puerto de Valencia el barco ‘Aquarius’, que transporta 629 refugiados e inmigrantes rescatados, el recién estrenado Gobierno de Pedro Sánchez se alineó en junio con quienes consideran que ante todo hay que dar una respuesta humanitaria a las emergencias. Fue un gesto aplaudido fuera y dentro de España. El nuevo Ejecutivo socialista acertó al hacerlo por razones humanas, pero se equivocó al explicarlo con el argumento de que existe una forma de gestionar la crisis de refugiados diferente del cierre de puertos y fronteras. Las cosas no son tan sencillas. Apenas dos meses después, la intensidad de la presión migratoria sobre la frontera sur del país le ha llevado a realizar una devolución exprés, muy poco habitual por su contundencia.

Tras el asalto multitudinario y violento de la valla en Ceuta el miércoles, Rabat aceptó readmitir a los inmigrantes. La operación, de carácter extraordinario, supone un giro de 180 grados por parte del Gobierno. Pedro Sánchez paga así el precio de su propia precipitación. Acoger en solitario al ‘Aquarius’ fue una loable respuesta humanitaria que no contó con la coordinación que requiere un salvamento de este tipo en un continente sin fronteras. Bienvenida sea la rectificación, pero la gestión del fenómeno migratorio requiere que España siga trabajando con otros países en la puesta en marcha de políticas conjuntas a largo plazo.