Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Ridículo Torra

Joaquim Torra, sigue a lo suyo.
Joaquim Torra, sigue a lo suyo.
Susana Sáez / Efe

Es imposible. El presidente de la Generalitat, ventrílocuo de Puigdemont, no lo pudo resistir. Ni siquiera en el homenaje a las víctimas de los terribles atentados yihadistas de hace un año. Salió a primera hora de la mañana, rodeado de su consejeros, para escupir con pompa la «injusticia» de que Forn estuviera encarcelado. Era el día indicado. Después se acercó hasta la plaza de Cataluña para darle la mano al Rey sin mirarle y, a continuación, presentarle a la mujer de Forn, toda una afrenta que el Monarca supo sortear sin pestañear. Cómodo con la pancarta colgada en un edificio que rechazaba a Felipe VI, se manejó con la cobardía de quien es incapaz de sostener sus ideas hasta las últimas consecuencias. Por eso, precisamente, es intérprete de Puigdemont, aquejado de la misma patología. Al Rey le bastó un gesto sincero, sentido y humano con las víctimas para recoger los aplausos y los vivas de la plaza. Los indepedentistas se empeñaron hasta la extenuación en enfriar un acto emotivo en recuerdo a aquellos que jamás debieron morir en aquella maldita tarde de agosto. Pero Torra siempre está a otras cosas. A las plúmbeas de siempre.