Dijo Pedro Sánchez que quiere acabar la legislatura. Pero no hay que entenderlo al pie de la letra. El meollo está en que convocará elecciones cuando le parezca que resulta más conveniente para el PSOE y para su liderazgo personal.

La convocatoria de elecciones es una poderosa herramienta política en manos del presidente, especialmente con una pugna partidista tan cuarteada en frentes diversos como la actual. Sánchez cuenta con que su partido irá reforzándose desde la plataforma del gobierno. Y por ahora así es, aunque habrá que ver si a partir de cierto punto no comienza el desgaste que suele conllevar el ejercicio del poder.

El PP y Ciudadanos dicen que engañó a los españoles dando a entender, en su defensa de la moción de censura, que convocaría elecciones con prontitud. Pero Sánchez no dio ninguna fecha y había que ser muy ingenuo para pensar que, una vez sentado en la Moncloa, iba a soltar el caramelo a las primeras de cambio. El reproche, en todo caso, lo lanzan únicamente por cumplir con la formalidad de criticar al que manda, porque la verdad es que ahora mismo ningún partido tiene ganas de enfrentarse a las urnas de manera inmediata.