La derrota en la moción de censura y el anuncio de retirada de Mariano Rajoy abren una nueva época para el Partido Popular. Una vez superadas la conmoción causada por la inesperada pérdida del poder, tiene la oportunidad de emprender una regeneración profunda. El partido viene lastrado desde hace mucho tiempo por los casos de corrupción en los que se han visto implicados destacados dirigentes y la agenda judicial aún prevé nuevos procesos penales en los próximos meses. Ayer mismo, la Audiencia Nacional consideró probada la financiación ilegal del PP valenciano durante las campañas electorales de 2007 y 2008, cuando Francisco Camps era presidente de la Generalitat. La acumulación de condenas por corrupción debería servir al partido para protagonizar una reflexión profunda, para apostar claramente por la limpieza y transparencia, y para poner en valor el trabajo honesto de miles de cuadros en las diversas administraciones públicas.

Desde la reinstauración de la democracia en 1978, el PP ha desempeñado un papel esencial tanto en la oposición como en el Gobierno. Ahora le toca renovarse en los liderazgos, en los estilos y en los programas. Se juega en ello casi la supervivencia porque Ciudadanos le viene comiendo el terreno en las encuestas. Sigue siendo un partido imprescindible para el electorado de centroderecha, pero debe recuperar la confianza de sus votantes.