Sumar y restar

Sumar y restar
Sumar y restar
Pol

Hay una frase que he oído muchas veces a mis compañeros de Matemáticas y, al analizar los acontecimientos que estamos viviendo en nuestro país, la he recordado. Decían: "La vida es como las matemáticas que lo que no suma resta". Llevamos unas semanas leyendo lo importante que es la suma para conseguir determinadas prerrogativas. Recuerden sin ir más lejos la última votación para la aprobación de los Presupuestos de 2018. El PNV y sus cinco votos resultaron muy caros para las cuentas públicas, 540 millones en infraestructuras. De nuevo hemos vuelto a ver, contar y medir ante la moción de censura que se ha debatido. La tarde del jueves 31 todos estábamos pendientes de la decisión de nuevo del PNV, y de nuevo su cinco diputados anunciaron el éxito de la moción de censura.

Mientras todo esto ocurría, conocimos que  el filósofo estadounidense Michael Sandel era nuevo Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Es mundialmente conocido por su defensa de una justicia orientada al bien común y la necesidad de acabar con los excesos del capitalismo. Al darnos la noticia, los medios de comunicación ponían el acento en la importancia de su figura en una época en la que los movimientos que cuestionan los cimientos del sistema democrático liberal están logrando cada vez más apoyos. Nadie puede dudar que vivimos un momento difícil, pues se suman una serie de acontecimientos que han erosionado lo que conocíamos como política convencional, desde el terrorismo global a la crisis financiera y migratoria. Ante esta situación nuestros sistemas políticos se fragmentan, los ciudadanos se asustan y buscan respuestas y liderazgo. Tanto el éxito de Trump  como el ‘brexit’ son signos de eso.

Yo recordé que, en su visita en 2011 a nuestro país, Sandel declaró: "En democracia los votantes también son responsables de las acciones de sus gobernantes". Ellos, los votantes, fueron citados constantemente en el debate de la semana pasada. La justificación de la moción de censura era planteada como un indiscutible imperativo ético y la necesidad de dignificar la política ante la corrupción. En los últimos años hemos asistido a una falta de reacción contundente ante los casos de corrupción por parte de los partidos; y esto ha producido indignación, hartazgo y decepción crecientes de la opinión pública española, no como un tema meramente puntual, sino también muy agudizado como consecuencia de la crisis que estamos viviendo. La demanda ciudadana es clara: renovación de los partidos políticos y del marco institucional.

El Congreso ha aprobado la moción de censura. Hemos pasado del tiempo de la ética  al tiempo de la política. No podemos olvidar que los conflictos políticos se resuelven, en los sistemas democráticos, a través de propuestas que son consecuencia de negociaciones y diálogo. Y será un nuevo Gobierno, que tiene una gran dificultad dado su número de escaños. Estamos viviendo un momento inédito, pues en cuarenta años de democracia es la primera vez que una moción de censura ha triunfado. Por tanto, a pesar de las dificultades, que son muchas, es más importante que nunca  hacer política, porque, de lo contrario, se estarían vaciando de contenido dos conceptos tan inseparables como irrenunciables: democracia y ley. Pues no hay democracia sin ley y no hay ley sin democracia. Es evidente que no existen soluciones simples a problemas complejos, sentimientos controlando a razones, tiempo de posverdades, recelos a la democracia representativa.

Hoy más que nunca todos tienen una responsabilidad histórica, todos, y si no son capaces de hacerlo se irán por el sumidero de la historia. Es difícil, pero creo que tienen que entender que esto no va de perdedores o ganadores sino de buscar soluciones que satisfagan a todos; y si no son capaces de sumar que intenten no   restar. Como hace muchos años escribía Theodore Roosevelt: "Una gran democracia debe progresar o pronto dejará de ser o grande o democracia".