Un presidente en busca de un papel

Caricatura de Pedro Sánchez.
Caricatura de Pedro Sánchez.
Carlos Rivaherrera

En la más célebre obra de Luigi Pirandello, ‘Seis personajes en busca de autor’, una familia de personajes se presenta en un ensayo de un director de teatro buscando quién les ayude a terminar su obra. No son actores sino personajes que buscan un autor. Por tanto, no pueden aceptar otra realidad que no sea exactamente para la cual fueron creados.

Los políticos son lo más parecido a los actores. De hecho, está dicho que la política es puro teatro. Eso explica su querencia por la gesticulación, el postureo y la improvisación. Y a los políticos les suele pasar como a los actores, que una vez que son encasillados en un tipo de papel (guaperas, chica adorable o villano) es muy difícil para el público verles en otro tipo de personaje. Sencillamente no les parece creíble. Esto le ocurre a Pedro Sánchez. Pareciera que siempre interpreta el mismo papel, el de sustituto. Su primer cargo público fue el de concejal del Ayuntamiento de Madrid, al que accedió en 2004 tras la renuncia de Elena Arnedo. De la misma forma entró en el Congreso: relevó a Pedro Solbes en 2009 y a Cristina Narbona en 2013. Susana Díaz lo eligió para reemplazar como vencedor a Eduardo Madina en las primarias del PSOE de 2014. Fue entonces cuando la andaluza acuñó una frase memorable: "Este chico no vale, pero nos vale". Tres años más tarde, venció contra pronóstico a la propia Susana Díaz en otras primarias. Y ahora suple a Mariano Rajoy en la Moncloa.

Siempre el mismo papel, el de sustituto con suerte. Pero desde hoy tiene la ocasión de demostrar que no es cierto, que no es un personaje en busca de un autor como los de Pirandello, sino un aplicado actor sin guion adjudicado. No tiene mucha libertad para elegir un buen papel porque cuenta con pocos apoyos. Ahora bien, el destino y la impericia de Rajoy le han convertido en protagonista. Y, además, le han regalado una oportunidad para colocar un paracaídas al PSOE que frene su caída e inicie el ascenso aprovechando nuevos vientos. Cuenta con una baza: la bonanza económica. En la medida en que la recuperación vuelva a hacer crecer las clases medias, los populismos nacionalistas y de clase devolverán terreno al centrismo. La ciudadanía, en condiciones normales, prefiere la gestión realista de lo posible y la reedición del contrato social que preserva el Estado del bienestar. De este modo, el péndulo de la Historia volvería a pasar por el centro.

Para aprovechar esta oportunidad, Pedro Sánchez debe moderar su perfil. Tiene que dejar de encarnar el socialismo utópico, el que se limita a criticar al capitalismo. Y debe abrazar el pragmatismo socio-liberal, base del éxito felipista. Si evita los guiños antisistema, tiene dos años (como máximo) para convencer a los votantes. Si logra conquistarlos, eso lo dirán las urnas.

Este ‘prota’ inesperado tiene que calibrar con mucho tino qué papel debe y puede interpretar. En el teatro y en la política, el triunfo con el público es la principal vara de medir.