El chalet de Iglesias y Montero dinamita la estrategia electoral

El previsible respaldo de Ias bases a Iglesias en la consulta por esta polémica no será suficiente para restañar las heridas internas.

Pablo Iglesias e Irene Montero
Las bases de Podemos decidirán si Iglesias y Montero deben dimitir tras la compra del chalet
Efe

La dirección de Podemos tenía bien definida su estrategia electoral. Primero, lanzar la campaña en la Comunidad de Madrid con Íñigo Errejón como candidato estrella y después iniciar el proceso de primarias para que en verano comunidades autónomas y municipios contasen ya con sus cabezas de lista para los comicios de mayo próximo.

Sin embargo, de golpe y plumazo, todo ha saltado por los aires y el futuro de Podemos depende de lo más inmediato. Concretamente del resultado de la consulta sobre la continuidad de Pablo Iglesias e Irene Montero al frente del partido a cuenta del chalet de 600.000 euros que la pareja se ha comprado en la sierra madrileña.

El veredicto de la militancia se dará a conocer este lunes. En el partido los afines al secretario general no dudan de la victoria. No solo ganará sino que además lo hará con una amplia participación, como el propio Iglesias se ha autoexigido para seguir con las riendas del partido. Si es así, a partir del lunes los número uno y dos podrán decir que sus bases les han absuelto de un pecado que, en cualquier caso, no reconocen. No obstante, las heridas que se han abierto con esta polémica son profundas y no parece que puedan cicatrizar de la noche a la mañana. La relación de la dirección nacional con los anticapitalistas atraviesa por uno de sus peores momentos, como demuestran la censura de 'Kichi' a Iglesias, y el de Cádiz es uno de los modelos de los alcaldes del cambio para el oficialismo. También ha habido ataques a la inversa, como el de Monedero al señalar que los integrantes de la corriente más a la izquierda del partido "no son revolucionarios, sino revoltosos". Con este panorama antes de lanzarse de lleno a las campañas para las citas electorales de 2019 al secretario general le tocará recomponer filas.

Lo hará salvo que salte una sorpresa por la que nadie apuesta y los inscritos lo manden a casa. Podemos se adentraría en terreno desconocido y sin un líder reconocible salvo un Errejón al que la mayoría 'pablista' que controla el partido nunca le ha perdonado su rebelión en Vistalegre II.

IU y Carmena

Aun cuando Iglesias logre reunificar Podemos, le quedarán importantes asignaturas pendientes. La primera será cerrar su nuevo acuerdo con Izquierda Unida. Alberto Garzón, presionado por los críticos de su partido que recelan de la alianza con Podemos, ha puesto el listón alto y exige una relación de tú a tú. Las negociaciones se han alargado más de la cuenta, si bien el secretario de Organización, Pablo Echenique, confía en poder cerrarla en los próximos días.

La otra patata caliente de Podemos está en el Ayuntamiento de Madrid, donde Manuela Carmena aún no termina de deshojar la margarita sobre si repetirá como cabeza de lista. La decisión de Carmena es clave en los objetivos marcados en rojo en la agenda del secretario general. En las municipales el éxito pasa por mantener los ayuntamientos del cambio, con Madrid y Barcelona a la cabeza. En las autonómicas, entrar en los ejecutivos que permitan las mayorías de izquierda, algo que Podemos descartó tras los comicios de 2015 para no ir de la mano del PSOE. La matrícula de honor llegaría si se logra colocar a Errejón al frente de la Comunidad de Madrid, única región donde los morados albergan esperanzas reales de gobernar.

Los comicios de 2019 tendrán una doble lectura. Al margen de los resultados servirán para evaluar por primera vez el proyecto surgido de Vistalegre II y el abandono de la transversalidad que hasta entonces defendió la formación. Serán así la prueba de fuego de Iglesias y su liderazgo.

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