Chalet habientes

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, y la portavoz parlamentaria, Irene Montero.
Chalet habientes
Efe

Ni siquiera a ese maestro de populistas y paradigma de la egolatría política que fue Hugo Chávez se le hubiera ocurrido una maniobra tan grandilocuente. Irene Montero y Pablo Iglesias no solo quieren vivir en una casa de semilujo en Galapagar –que están en su perfecto derecho– sino que además pretenden que ‘el pueblo’ ratifique su decisión y legitime con el voto el estilo de vida que han elegido. Así que ahora a los militantes de Podemos les van a dar a elegir entre otorgar su plácet al chalet de los jefes o descabezar el partido por las buenas. Bonita alternativa. Un plebiscito personal en toda regla que llama a las bases a acudir en apoyo del líder, más que un ejercicio de democracia. ¿Se tragarán los ‘inscritos’ el chalet de marras? Si Iglesias y Montero ganan la partida se convertirán en los primeros chalet habientes de la historia con refrendo popular de su escritura de propiedad. Si pierden, tendrán que dejar sus cargos directivos y sus escaños. ¿Quizás para volver después a la política por alguna puerta lateral? En todo caso, es muy probable que el partido salga tocado y no es imposible que entre en una fase de disgregación. Demasiada frivolidad.