Tomar la iniciativa
Entre el desvarío secesionista, que vuelve por los fueros del golpismo, y la ausencia de una mayoría parlamentaria que respalde al Gobierno, la política española está varada y con grave riesgo de que el país sea arrojado contra los arrecifes, que no son pocos. Y vamos ya por el tercer año de parálisis. Añádase a ello la flema proverbial que se gasta Rajoy, que a ratos parece imperturbable serenidad, pero en otras ocasiones, cada vez más, suena a indolencia. Y súmense todavía los nubarrones que se dibujan en el panorama internacional, desde el precio del petróleo a la amenaza de turbulencias financieras y no solo financieras en Italia. Con todo ello junto, es difícil ver un resquicio para el optimismo. El único, tal vez, es que hasta ahora vamos esquivando el desastre y que la economía continúa creciendo. ¿Pero hasta cuándo nos durará esa inercia? Muchos españoles verían con agrado, y con alivio, que los partidos constitucionales, que están más o menos en sintonía sobre Cataluña, fueran más allá y tomaran la iniciativa, conjuntamente, para sacarnos del marasmo. No puede ser que la agenda política de España la marque un prófugo. Y todavía menos, que no tengamos agenda.