Oliver Twist del siglo XXI

Josua Alonso y su hermano quedaron huérfanos por la violencia de género.
Josua Alonso y su hermano quedaron huérfanos por la violencia de género.

Como un Oliver Twist del siglo XXI. Como un terrible cuento de Charles Dickens, pero real. Así suena el relato de Josua Alonso, de 25 años. El joven subió el lunes al estrado del Senado y contó su desgarradora historia. Desde hace un año, su vida y la de su hermano de 10 años es un infierno. Su hogar saltó por los aires con lo que más querían dentro y todos sus recuerdos. Fue el marido de su madre el que abrió la espita del gas e hizo volar con bombonas de butano la vivienda de Chapela, cerca de Vigo, con ambos dentro.

Para estos huérfanos, la pesadilla no había hecho más que empezar. Josua tuvo que iniciar una peregrinación burocrática de puerta en puerta para conseguir un nuevo techo y la tutela de su hermano: "Un seguro de la casa a nombre de un asesino, del que no se hacen cargo al haber sido un suicidio; declaración de herederos; impuesto de sucesiones, nadie tenía el testamento hecho… Mil y un trámites con el desembolso económico que conlleva".

En todo este tiempo, hay una palabra que define cómo se han sentido: "Desamparados". Los focos se apagaron cuando los medios dieron la noticia del terrible incendio y asesinato de su madre y nadie se ocupó después de ellos. Lo mismo ocurre con los demás huérfanos que deja la violencia en el hogar, casi doscientos desde 2013. Cerca de doscientos niños, adolescentes, jóvenes para quienes la vida sigue desde el dolor, con carencias afectivas a las que se suman las económicas para seguir afrontando el día a día. Incluso cuando les acogen familiares, no es fácil salir adelante sin medios.

Josua y su hermano solo encontraron consuelo en sus vecinos, gentes con humanidad que les echaron una mano para recuperar su casa. "El pueblo ha hecho lo que los políticos no son capaces de hacer. Entonces, ¿para qué están?". Las palabras del joven todavía resuenan en las conciencias de los senadores.

Si una sociedad no es capaz de allanar el pedregoso camino de estas víctimas, si predomina la ley del más fuerte, entonces, ¿hemos avanzado algo con respecto a lo que contaba Charles Dickens hace dos siglos sobre huérfanos que debían luchar contra su propia suerte?