Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Las cremas

Cristina Cifuentes en una imagen del día que anunció su dimisión al frente de la comunidad de Madrid
Cristina Cifuentes.
Efe

Si es un asunto patológico, que lo parece, acaso sería mejor no inyectar más argumentos al bochorno. Pero llama la atención la falta de autocrítica de la expresidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, a la hora de asumir responsabilidades. Puede admitirse, desde un punto de vista humano, que quiera zanjar el asunto de las cremas como un "error involuntario", como si los productos hubieran alcanzado una sorprendente vida hasta parar por su propia voluntad en el fondo de su bolso. Pero resulta casi ofensivo escuchar las apelaciones a la cacería política sufrida por una señora que, directamente, se colocó como mérito un máster que jamás cursó. A partir de ahí, Cifuentes no es el epítome de todos los males de la política nacional. El resabio de la vida pública española es transversal, jalonado de casos graves de corrupciones y picarescas lamentables. Tampoco hace falta viajar a otras comunidades: El alcalde de Zaragoza nunca robó ningún bote de gomina, sino que directamente cargó la factura al Ayuntamiento; Pablo Echenique no dio de alta en la Seguridad Social al trabajador que le asistía... Y ahí siguen, viendo la paja en el ojo ajeno.