Sucederse

El presidente de Aragón, Javier Lambán.
Javier Lambán.
Oliver Duch

Cuentan que el principio del fin de esta rocambolesca historia del impuesto de sucesiones en Aragón, ahora el más sangrante de España y que en breve se promete bonificado, casi exento, comenzó cuando el presidente Lambán recibió en el Pignatelli al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Más allá de la cortesía política y parlamentaria, de las relaciones entre Aragón y el Estado, de la amenaza independentista… Más allá de todo eso, del ayer y del hoy, se habló del futuro inmediato. De pasado mañana: mayo de 2019, elecciones autonómicas y municipales. Lambán, hombre de letras pero bregado en sumas orgánicas y matemáticas electorales, sabe que muy probablemente no podrá reeditar su gobierno por méritos propios y el apoyo de un Podemos a la baja. La única alternativa sería sumar con Ciudadanos, nada descabellado pues Sánchez y Rivera ya intentaron un acuerdo de investidura para echar a Rajoy. Lambán ofreció a Rivera y a Ciudadanos un día de gloria para que le dictaran cómo ceder con su impuesto ideológico por excelencia. Si luego sumamos, ya veremos; si no es suficiente, el marrón se lo come el PP. Un pacto para sucederse –más que de sucesiones– en toda regla.