Sucederse
Cuentan que el principio del fin de esta rocambolesca historia del impuesto de sucesiones en Aragón, ahora el más sangrante de España y que en breve se promete bonificado, casi exento, comenzó cuando el presidente Lambán recibió en el Pignatelli al líder de Ciudadanos, Albert Rivera. Más allá de la cortesía política y parlamentaria, de las relaciones entre Aragón y el Estado, de la amenaza independentista Más allá de todo eso, del ayer y del hoy, se habló del futuro inmediato. De pasado mañana: mayo de 2019, elecciones autonómicas y municipales. Lambán, hombre de letras pero bregado en sumas orgánicas y matemáticas electorales, sabe que muy probablemente no podrá reeditar su gobierno por méritos propios y el apoyo de un Podemos a la baja. La única alternativa sería sumar con Ciudadanos, nada descabellado pues Sánchez y Rivera ya intentaron un acuerdo de investidura para echar a Rajoy. Lambán ofreció a Rivera y a Ciudadanos un día de gloria para que le dictaran cómo ceder con su impuesto ideológico por excelencia. Si luego sumamos, ya veremos; si no es suficiente, el marrón se lo come el PP. Un pacto para sucederse más que de sucesiones en toda regla.