Un cabreo mayúsculo

El malestar que miles de jubilados tienen con el Gobierno del PP por culpa de la revalorización de sus pensiones habría de invitar a una profunda reflexión. Los mayores son un colectivo electoral con mucha más fuerza de lo que puede parecer.

Protesta de jubilados.
Protesta de jubilados.

Algo rematadamente mal se debe estar haciendo cuando la gente mayor se ve obligada a manifestarse en plena calle. La última y ridícula revalorización de las pensiones (0,25 por ciento) no solo ha destapado su indignación y hartazgo, sino que ha descubierto el cabreo colectivo de miles de personas que se sienten ignoradas políticamente y que, pese a la equivocada y extendida sensación contraria, tienen mucha más fuerza y peso específico en los movimientos electorales de lo que pueda imaginarse. En España, los mayores de 65 años representan algo más del 25 por ciento del total del censo electoral, cifra que aumenta año a año gracias a una clara mejora de la esperanza de vida. En la actualidad, la población en esta franja de edad es de 8.884.411 personas (en Aragón, 281.618) y en el año 2030 se prevé que roce los 11,5 millones (337.000 en la Comunidad).

Los mayores deciden y mucho, y cada vez lo van a hacer más. Su comportamiento electoral ha sido clave para comprender, no solo los últimos resultados registrados en España, sino movimientos políticos tan trascendentales para las generaciones futuras como el ‘brexit’ o la victoria de Donald Trump. En los comicios catalanes del pasado 21-D, los votantes de Carles Puigdemont mayores de 65 años –según el análisis de A+M– fueron diez veces más que los de menos de 24 años. Un voto, que aparte de estar sostenido sobre una mayor participación que otros rangos de edad, se muestra sociológicamente con una menor cualificación y una mayor vinculación al ámbito rural.

En el referéndum del ‘brexit’ el factor edad también se descubrió determinante para el resultado final. Mientras el 70 por ciento de los jóvenes optaron por mantenerse en el seno de la Unión, un 66 por ciento de los mayores de 65 optaron por abandonar Europa. En Estado Unidos el patrón volvió a repetirse. Los mayores de 65 años, de raza blanca y procedentes de los estados del interior, fueron en gran parte responsables de que Trump llegase hasta la Casa Blanca.

En el reparto nacional de votos, el PP recoge cerca del 40 por ciento de las papeletas depositadas por los mayores de 65 años. La media de edad del votante popular es de 57 años y el porcentaje más alto en votos del partido presidido por Mariano Rajoy lo logra en localidades con menos de 2.000 habitantes. El recorrido político del PP ha estado marcado por un colectivo favorable al sostenimiento del actual modelo político, donde el bipartidismo se siente cómodo y donde el resto de las opciones no había logrado, al menos hasta la fecha, entrar con idéntica fuerza a como lo hacen en otros colectivos de edad.

No cabe duda de la brecha que existe entre el mal llamado colectivo de la tercera edad y sus nietos (milenials); un gran vacío que marca una notoria separación en la casi totalidad de sus comportamientos, pero por primera vez se está produciendo una coincidencia entre ambas generaciones: un creciente malestar con la falta de alternativas ofrecidas desde el Gobierno.

Con una jubilación media en España de 1.077,52 euros (1.126,94 en Aragón), reducida a 652,17 euros en el caso de la de viudedad –según datos del BBVA–, la situación económica de muchos jubilados se hace francamente complicada. Sostén de buena parte de la estructura familiar durante la crisis, las pensiones españoles se han estirado hasta el imposible mientras perdían poder adquisitivo. Haría bien el PP, preocupado en el sostenimiento del modelo, en atender a un colectivo que quita y pone gobiernos y que en situación de hastío puede mirar hacia otras opciones políticas.

No solo las manifestaciones que reclaman una mejora de las pensiones peinan canas. La demanda de eliminación del impuesto de sucesiones también es una reivindicación mayoritariamente compuesta por aquellos que llevan toda una vida trabajando y piensan en sus hijos. Tocar el bolsillo a los pensionistas tendrá consecuencias electorales.