La huida a Suiza

La diputada de la CUP Anna Gabriel en una imagen de archivo.
La diputada de la CUP Anna Gabriel en una imagen de archivo.
Afp

Una doble liberación ha debido de sentir la exdiputada de la CUP Anna Gabriel al llegar a Suiza. Primero, porque se zafa, de momento, de la acción de la Justicia. Y en segundo lugar, porque allí ha podido quitarse al fin el disfraz de antisistema con el que la habíamos conocido hasta ahora y adoptar una imagen personal más europea.

Ha provocado cierto estupor que Gabriel haya preferido esconderse en Suiza en lugar de en Venezuela, siendo que el de Caracas era prácticamente el único gobierno en el mundo que parecía predispuesto a reconocer la república ‘in partibus’ proclamada por el Parlamento catalán. Y que el partido de la exdiputada tiene conocidas afinidades ideológicas con el régimen de Maduro. Pero no hay motivo para la sorpresa. Ser anticapitalista no impide tener dos dedos de frente –ahora vemos que Gabriel los tiene, antes era más difícil– para darse cuenta de que uno –o una– va a vivir infinitamente mejor en Suiza que en Venezuela. A fin de cuentas, los independentistas catalanes de todos los colores han vivido siempre en un país bastante civilizado, con abundante provisión de todo lo necesario y bajo el amparo efectivo de un Estado de derecho. En España, vamos. Confinarse en el paraíso chavista de la arbitrariedad, la inseguridad ciudadana y la escasez no es una buena opción. Otra cosa era ir de visita.

¿Hay alguna contradicción entre ser anticapitalista y antisistema y buscar refugio en uno de los centros más conspicuos del sistema capitalista? Pues sí, la hay. Pero ténganse en cuenta, en descargo de Gabriel, precedentes ilustres. El propio Lenin pasó más de diez años exiliado en Ginebra. Y cuando Marx andaba destripando el capitalismo no asentó sus reales en algún arrabal del imperio, sino en Londres, la capital del capital. En fin, revolucionarios de salón, de escaño y hasta de alfombra roja hay muchos; cheguevaras, bastantes menos. Y mejor así.

La duda ahora es si la caja de resistencia de la CUP dará para ir pagando los gastos de alojamiento, manutención y asesoría legal de Gabriel. Porque Suiza es un país tranquilo y muy bonito, pero barato no.