Tres noes y un sí pequeño

Los nacionalistas corsos llevan meses impulsando su particular ‘procés’, mucho menos temerario que el catalán. Han presentado cuatro peticiones: que el corso sea lengua cooficial, que quienes no residan en Córcega no puedan adquirir allí propiedades inmobiliarias, que se incluya en la Constitución una mención a la isla y la amnistía para los corsos condenados por terrorismo. Los viajes de sus principales dirigentes a París se han encontrado con una acogida glacial en las instituciones. Y la visita esta semana de Macron ha terminado de darles la puntilla. El presidente ha reafirmado que la unidad nacional de Francia y la igualdad de todos los franceses son esencias intocables de la república. Y ha rechazado de plano tres de las peticiones nacionalistas, admitiendo solo una alusión a Córcega en el texto constitucional de escasos efectos prácticos. A medio plazo, los nacionalistas aspiran a un estatuto de autonomía similar al de las regiones españolas. No lo tendrán fácil, cuando Francia anda escamada, y con razón, por los abusos que algunos han hecho, al sur de los Pirineos, de esas libertades.