Socios y adversarios

Después de conocerse la última encuesta del CIS sobre intención de voto, se ha destacado, como es natural, el ascenso de Ciudadanos. Un dato que confirmaría la tendencia al alza del partido naranja, que ya dio la campanada ganando las elecciones autonómicas en Cataluña. Sin embargo, hay otro aspecto que resulta también muy llamativo. Y es que, según el CIS, la distancia entre los principales partidos, medida en porcentaje de votos, se habría reducido extraordinariamente desde las elecciones de julio de 2016. Recuérdese que en aquellos comicios había veinte puntos porcentuales de diferencia entre el primer situado –el PP, con un 33% de los votos– y el cuarto –Ciudadanos, con el 13%–. Ahora, esos veinte puntos se han convertido en los apenas siete que separan al PP, que continúa en cabeza, de Podemos, que ha pasado al último lugar.

El auge de Ciudadanos ha sido proporcional al declive del PP. Y la convergencia entre ambos ha concentrado a las cuatro principales fuerzas políticas del país en un apretado pelotón. Es difícil inferir lo que esta situación, si se confirmase en unas elecciones, implicaría para la gobernabilidad, porque el CIS no ha calculado el hipotético reparto de escaños. Pero de momento ha hecho brotar un nuevo sentimiento de rivalidad entre los partidos de Mariano Rajoy y Albert Rivera.

El PP necesita a Ciudadanos para alargar la legislatura y dotarla de algún contenido más allá de la cuestión catalana. Pero ahora ve en los naranjas una seria amenaza electoral. Ser socios y adversarios al mismo tiempo puede resultar un calvario. Y como anticipo de futuras fricciones, los dos partidos chocaron ayer tanto en el Congreso como en el Senado. Si en la Cámara Baja Rivera atacó a Rajoy a cuenta del uso de los fondos del FLA para financiar el proceso independentista en Cataluña, en la Alta fue el PP el que pasó a la ofensiva, reprochando a Ciudadanos su tibieza en la defensa de la pena de prisión permanente.

Ni a Ciudadanos le será fácil consolidar su rápido crecimiento ni al PP recuperar los votos perdidos. Pero los dos se han puesto ya a la tarea.