¿Violada o no?

Abogadas se preguntan hasta donde llega el derecho a la defensa y critican que se juzgue a la víctima y se cuestione su credibilidad.

El abogado de la joven que denunció a los cinco de 'La Manada', a su llegada a la audiencia de Pamplona.
El abogado de la joven que denunció a los cinco de 'La Manada', a su llegada a la audiencia de Pamplona.
Efe

¿Violada o no? Esta es la pregunta que este martes lanzaron una y otra vez los abogados defensores de los cinco hombres, de entre 26 y 29 años, que a sí mismos se llaman ‘la Manada’, durante el juicio celebrado en Pamplona por la presunta violación de una joven de 18 durante los sanfermines de 2016. Pero esa pregunta también es el título de un polémico programa que acaba de estrenar una cadena de televisión holandesa en el que actores profesionales recrean casos reales de violación tratados en los tribunales y que luego se someten al criterio de una especie de jurado compuesto por siete chicas y siete chicos jóvenes los cuales deciden si eso que han visto es una agresión sexual o no.

Detrás de los interrogantes subyacen otros muchos: ¿Cuánto vale la palabra de una mujer? ¿Por qué se acaba juzgando a la víctima y su credibilidad? ¿Hasta donde llegan los límites del derecho de defensa en un tribunal?

Reconocidas abogadas zaragozanas tanto en su trabajo en los tribunales como en la lucha por los derechos de las mujeres como Carmen Alquézar o Rosa Fernández, lo tienen muy claro. “¿Por qué nadie pone en duda la palabra de una mujer cuando dice que le han robado el bolso y sí cuando habla de agresión sexual? ¿Si a mí me rodean y me piden la cartera y se la doy estoy regalando mi dinero, estoy incluso cooperando con los delincuentes?”, plantea Carmen Alquézar.

Rosa Fernández responde: “Lo que se ha oído respecto al caso de ‘la Manada’ retrotrae la lucha de las mujeres a tiempos prehistóricos. Hemos visto que a quien se juzga es a la víctima y esto no tiene nada que ver con el derecho a la defensa”.

En la última sesión del juicio se ha podido escuchar cómo los abogados defensores de los acusados ponían en cuestión la credibilidad de la víctima haciendo hincapié en hechos acaecidos antes y después de la presunta violación. Como que entró con ellos voluntariamente al portal para fumar un porro o que después de la denuncia hizo una vida normal como cualquier chica de su edad. Hicieron hincapié incluso en su forma “jovial” de comportarse durante su declaración ante el tribunal o hasta que cruzara las piernas mientras testificaba. Nada dijeron, por ejemplo, de si sus clientes las tenían abiertas o se rascaban la barriga mientas escuchaban el testimonio de la joven.

“La labor de la defensa es sembrar la duda para que el juez no lo tenga claro al 100%”, dice Alquézar. Y Fernández puntualiza: “El derecho a la defensa busca elementos que apoyen su defensa, pero también está la dignidad y la ética”. Y en este apartado no entra que se cuestione su vida antes o después del hecho.

“Lo que debe juzgarse son los hechos ocurridos esa madrugada y no los anteriores o posteriores. Sobra si ellos son seminaristas, militares o lo que sea; sobra si ella era antes monja y luego puta, lo que hay que valorar es lo que sucedió en ese momento”, dice Carmen Alquézar y añade: “Dudo mucho que una chica que, de entrada, iba a fumarse un porro lo que quisiera realmente era estar con cinco tíos, que luego le quitaran el móvil y la dejan allí tirada ¿también quería que la grabaran?”

“Cinco imputados que, en una clara superioridad numérica, rodean a una chica de 18 años, le tapan la boca, le bajan la ropa, uno la penetra analmente, otro vaginalmente, tiene que hacer cinco felaciones, no usan preservativo, la graban en vídeo vulnerando también su intimidad, le roban el móvil… ¿Y lo que se hace es juzgar a la mujer? ¿Lo que se pone en cuestión es la palabra y la credibilidad de la víctima cuando los acusa de haberla violado? ”, pregunta Rosa Fernández.

Uno de los logros de la lucha feminista fue conseguir que los tribunales dejaran de exigir una resistencia numantina de las víctimas a ser violadas para poder condenar a los acusados de agredirlas sexualmente. “No tienes porqué resistirse, incluso hay organizaciones que han hecho estudios sobre esta cuestión y lo que recomiendan es que no te resistas porque la violencia que ejercen los violadores es todavía mayor y la mujer tiene muchas posibilidades de ser asesinada. Lo que la mujer tiene que denunciar es que ha sido sometida a un acto en contra de su voluntad”, recuerda Alquézar.

Otra cuestión controvertida en este juicio fue la admisión por parte del tribunal de un informe encargado por la defensa a un detective privado para que siguiera a la joven y demostrara que hacía una vida “normal”. Además de subrayar que no hay un “arquetipo” de cómo se debe manifestar el dolor interno y que cada uno lo hace “como puede”, Rosa Fernández afirma: “No entiendo ni entenderé que se admita el informe de la vida que tras la denuncia hizo la víctima y que nada tiene que ver con los hechos, y que no se acepten los whatsapp que se recogieron en los móviles de los acusados en los que hablan de violación y otros actuaciones similares, es decir, mensajes que revelan la predisposición de los imputados a cometer ciertas acciones. Puedo entender que se admita a efectos de recurso posterior, pero no lo comparto”

A las abogadas les preocupa el mensaje que pueden recibir las jóvenes que en el futuro sufran agresiones sexuales, al comprobar lo difícil que es denunciar, que las crean y que no las juzguen a ellas hasta el punto de revertir la carga de la prueba y que acaben sintiéndose culpables e incluso merecedoras de lo que les pasó. Además de que se ven obligadas a contar una y otra vez lo ocurrido: a la policía, al médico, al forense, al psicólogo, a su abogado, al juez y, al final, delante de su agresor en la vista oral.

“Creo que las violaciones se denuncian poco porque no es fácil denunciar y las víctimas ven su vida privada aireada. Estar en boca de todos no es plato de buen gusto. Por eso, la palabra de la víctima debe ser considerada en su valor. Es una reflexión colectiva que deberíamos hacer”, apunta Rosa Fernández.

La abogada Carmen Alquézar critica, además, que en esta causa se haya hecho un juicio paralelo: “Me molestan los juicios paralelos. Creo que esto se debe ventilar dentro de los tribunales. Pero veo horroroso e infame por parte del abogado que critique los juicios paralelos y luego vaya a los platós de televisión a comentar el caso”

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