El Aragón Oriental, un punto de encuentro más que una frontera

Los municipios vecinos a Cataluña viven con especial "expectación" y "preocupación" el proceso soberanista por los estrechos lazos familiares, sociales y comerciales. Muchos pueblos comparten servicios sanitarios y educativos y están mejor comunicados con Lérida que con Zaragoza.

Tres vecinas de Fraga, en una terraza, comentan la cita de hoy en Cataluña.
El Aragón Oriental, un punto de encuentro más que una frontera
Patricia Puértolas

Aragón y Cataluña comparten 300 kilómetros de linde. El ir y venir de vecinos es constante. De hecho, unos y otros están unidos por lazos familiares, económicos o sociales, y en algunos casos comparten servicios, especialmente sanitarios y educativos. Por todo ello, los habitantes de la zona oriental de Aragón (unos 60.000) viven con "preocupación" el desafío independentista catalán, que, según indican, amenaza la convivencia diaria.

Los habitantes de Fraga mantienen una estrecha relación con los municipios de la comarca del Segriá y en particular con Lérida, a solo 30 kilómetros. Allí está su hospital de referencia, el Arnau Vilanova. Todos los días salen seis autobuses a la ciudad catalana, en los que se desplazan trabajadores, estudiantes y vecinos que viajan para acudir al médico, realizar gestiones o simplemente a comprar. También hay líneas regulares con destino a centros educativos. "Es nuestra ciudad de referencia, a la que acudimos para casi todo y donde nos sentimos queridos", señala Andrés Ríos, que comparte tertulia en el Hogar de Personas Mayores.

Para el alcalde de Fraga, Miguel Luis Lapeña, las relaciones son "muy estrechas y es necesario alcanzar una solución, ya que es un problema que afecta a la convivencia diaria. La actual coyuntura requiere diálogo, consenso y sentido común, y debe moverse dentro de la legalidad", dice.

En la calle, hay división de opiniones. Ahora bien, muchos comparten la visión de que es un problema generado desde el ámbito político. Dos amigas, Ivet Escándil y Merillac Jiménez, junto a la madre de esta última, María Jesús Prim, tienen ideas diferentes. La primera, que estudió Educación Primaria en Cataluña, apuesta por un referéndum pactado y la última se opone. No obstante, las tres coinciden en mostrar su inquietud ante la escalada de la crispación social y de ello culpan a los responsables políticos de ambos lados.

"Es mejor callar, o discutes"

La coyuntura actual genera situaciones complicadas, en las que "es mejor callar o al final, acabas discutiendo", reconoce Jesús Pi, natural de Mequinenza, que confiesa haber roto las relaciones con algunos de sus familiares asentados en Cataluña.

Ángel Hernández, de la asociación Amics de Fraga, cree que la convivencia comenzó a enturbiarse "cuando el nacionalismo empezó a presionarnos con sus reivindicaciones, desde la imposición del catalán en sustitución de las modalidades aragonesas locales a su idea de anexionarnos como parte de su proyecto de países catalanes".

El sector primario y el empresarial también evidencian la unión histórica. Los profesionales de ambas comunidades comparten intereses, preocupaciones y por supuesto, productos y clientes, lo que les hace ver esta situación con "gran preocupación e incertidumbre", señala desde la asociación empresarial del Bajo Cinca Gustavo Quibus. El sector necesita de un clima de estabilidad, lo que ya está llevando a empresarios y particulares a fijar sus ojos en Aragón.

Un río que los une

También en la comarca de la Ribagorza, sus pueblos y sus gentes tienen una estrechísima relación con los habitantes de las tierras al otro lado del Noguera-Ribagorzana, el río que dibuja unos límites que se diluyen hasta prácticamente desaparecer. Por eso se siente con particular inquietud lo que llega desde esas tierras catalanas en las que todos –sin excepción– tienen familiares, intereses y querencias. Con sordinas más que evidentes, muchos de los comentarios en la calle, de las conversaciones familiares y de las charlas en plazas y bares tienen que ver con lo que está ocurriendo en esa Cataluña que todos sienten como algo prop?io, ya que la supuesta barrera del Noguera-Ribagorzana nunca ha sido otra cosa que un punto de encuentro.

En Tolva, la charla de un corro de personas paradas en la plaza Mayor acabó derivando en el tema catalán. "Tengo una profunda tristeza con todo lo que está pasando", comentaba la alcaldesa y presidenta de la comarca de La Ribagorza, Lourdes Pena, a sus contertulios, varios de ellos hijos del pueblo residentes en Lérida y Barcelona.

Dori Rami, la maestra, recientemente jubilada, reconocía que "prácticamente todos tenemos a la familia en Cataluña". "Algunos los padres, casi todos los hijos y hermanos, muchísimos amigos, incluso varios de los que estamos aquí vivimos allí o pasamos largas temporadas. ¿Cómo nos vamos a sentir viendo la situación que se está creando".

Junto a ellas, los hermanos Ángel y Carlos Galindo corroboraban esa realidad con sus experiencias vitales: uno trabajando allí, el otro residente en Tolva pero con buena parte de la clientela en los pueblos del otro lado del río. "Nuestras relaciones con los catalanes son perfectas, durante muchos años prácticamente han sido nuestras únicas relaciones porque las carreteras las han favorecido especialmente y nos han llevado a muchos de nosotros a estudiar, trabajar y hacer la vida en Lérida", apunta Carlos, quien recuerda que, todavía hoy, si alguien de Tolva quiere ir a Zaragoza en autobús "necesita prácticamente dos días" por los trasbordos, mientras que puede ir y volver a Barcelona en el día.

En la vecina Benabarre, varios hombres de distintas edades y ocupaciones laborales hablan sobre el tema en uno de los bares del pueblo. David Grasa y Juan José Baró, con establecimientos abiertos al público, recuerdan que "los vecinos del otro lado representan más del 70% de la clientela", reconocen que están observando "mucha inquietud" entre sus clientes catalanes y constatan, por lo que ocurre con amigos y parientes residentes allí, que "se están creando dos bandos".

Matarraña y Bajo Aragón-Caspe

Ya en el Matarraña turolense, el alcalde de Calaceite, José María Salsench, reconoce que la consulta soberanista genera nerviosismo en la población, aunque matiza a continuación que "no se exterioriza". Añade que el vecindario mantiene estrechos lazos familiares, comerciales y "de todo tipo" con los pueblos vecinos de Cataluña y, aunque hay tranquilidad, tambien detecta "expectación y un poco de preocupación".

En el Bajo Aragón-Caspe, Maella, a solo siete kilómetros de Batea (Tarragona), también mantiene vínculos personales y económicos con Cataluña. De hecho, en los años sesenta más de 1.000 vecinos emigraron a la Comunidad vecina. Su alcalde, Jesús Zenón, señala que "las relaciones son tan fuertes que las derivas de unos pocos no pueden romperlas". Para él, la situación creada "es un despropósito total".

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión