Su futuro se quebró en Las Ramblas

Jared y Heidi celebraban su aniversario de boda, Francisco paseaba con su nieto de tres años, Bruno llevaba de la mano a su hijo de cinco... Sus vidas se rompieron en plenas vacaciones.

El memorial en Las Ramblas, repleto de flores, velas y mensajes de apoyo.
El memorial en Las Ramblas, repleto de flores, velas y mensajes de apoyo.
reuters

Si un loco quiere salpicar de sangre el planeta entero con un solo golpe certero, difícilmente encontrará un lugar más adecuado para propinarlo que Las Ramblas. Es un espacio emblemático y punto de encuentro inexcusable para los turistas de toda procedencia, una torre horizontal de Babel, unas naciones unidas sin organización cuyos representantes miran, pasean, compran... Hasta que el ‘tsunami’ se cierne sobre ellos. Esta variedad de procedencias queda reflejada en el parte oficial de víctimas que, con cuentagotas y de forma incompleta, van desgranando las autoridades. Ya se han identificado a 9 de los 14 fallecidos, y aún quedan ingresados en los hospitales 53 heridos de un atentado que causó víctimas de 34 nacionalidades de los cinco continentes. Niños y ancianos, hombres y mujeres, despreocupados turistas en su inmensa mayoría, a quienes el destino o la casualidad situó frente al volante de un fanático homicida. Estas son algunas de sus historias abruptamente interrumpidas.

Francisco López. Granadino, 57 años

En los años 60, siendo apenas un crío de tres años, Francisco López Rodríguez emigró con su familia de la localidad granadina de Lanteira a Cataluña, como tantos otros andaluces, en busca de un porvenir. Lo encontró en Rubí, en el extrarradio barcelonés, trabajando como tornero fresador. También encontró allí a Roser, dependienta en una carnicería, con quien formó una familia. El jueves volvían ambos de pasear por el puerto con una sobrina y los dos hijos de esta cuando les alcanzó la tragedia. Francisco murió arrollado, al igual que uno de los niños, de tres años. Roser, su sobrina y la otra niña resultaron heridas de gravedad.

Bruno Gullota. Italiano, 35 años

Bruno Gullota tenía 35 años y dos niños, Alexander y Aria. El primero iba cogido de la mano de su padre cuando una furgoneta blanca se cruzó en el camino. Se encontraban muy cerca de la plaza Cataluña y fueron de los primeros en toparse con el asesino. En una fracción de segundo, el hombre empujó al crío, que se precipitó contra su madre, Martina, que caminaba a pocos metros de distancia. Le salvó la vida, a cambio de la suya. Ella llevaba a la pequeña, de siete meses, colgada de un capazo al hombro. Un instante y nada más. El vehículo dio de lleno contra el cuerpo de Bruno Gullota, que murió ante los ojos de su esposa e hijos. Un padre de familia ejemplar que trabajaba en una revista digital de tecnología en la ciudad de Legnano. Era especialista en márquetin y ventas, muy popular entre sus compañeros "porque era un tipo muy amable y eficaz, nunca se ponía nervioso". Lector voraz y aficionado al arte, le gustaba viajar y estaba muy ilusionado con el gran salto que iba a dar su hijo mayor, Alexander, de cinco años. "Este próximo curso va a empezar a ir a la escuela elemental", comentaba anteayer entre lágrimas Martina Gullota, su viuda. Tanto ella como los niños salieron indemnes.

Jared Tucker. Californiano, 42 años

Jared Tucker, un trabajador de la construcción de San Francisco, rubicundo y fornido, tenía la ilusión de celebrar el primer aniversario de su boda viajando a Europa con su mujer, Heidi. La última imagen que colgaron en internet les muestra amartelados en una terraza, felices y sonrientes. Se encontraban en un quiosco en medio de Las Ramblas cuando Jared quiso ir al cuarto de baño y dejó a su mujer sola en la calle unos instantes. La furgoneta desbocada lanzó a Heidi dentro del quiosco. Ilesa pero desorientada, intentaba encontrar a su marido cuando fue evacuada por la Policía. Desde entonces no le ha vuelto a ver, aunque el viernes recorrió los hospitales de la ciudad y movilizó las redes sociales en busca de noticias. "Teme que se encuentre herido, pues las imágenes del atentado muestran a un hombre que podría ser Jared ensangrentado y tendido en el suelo", relataba su cuñado en ‘ABC News’. Horas después se confirmó el peor de los temores: Jared era uno de los fallecidos.

Elke Vanbockrijck. Belga, 44 años

Elke Vanbockrijck, su marido y sus dos hijos se habían tomado unos días de vacaciones para conocer la capital catalana. Empleada en la oficina postal de Tongeren, la ciudad más antigua de Bélgica, contrarrestaba la rutina profesional con su apoyo entusiasta al equipo de fútbol local, el KFC Heur Tongeren, en cuyos equipos infantiles juegan sus niños, de 10 y 14 años. "La veíamos casi todos los días, llevando y trayendo a sus chavales a los entrenamientos y a los partidos. Era una mujer muy optimista, llena de vida. Este fin de semana guardaremos un minuto de silencio en todas nuestras actividades", se condolía ayer el presidente del club. Tanto el marido de Elke, policía de profesión, como sus hijos resultaron ilesos en el atentado. Ella, una de las primeras víctimas cuya identidad se confirmó, murió en el acto, según algunos testimonios.

Luca Russo

Italiano, 25 años

"Nacemos sin traer nada. Nos morimos sin llevar nada. Y entre una cosa y otra, peleamos por conseguir algo". Fueron las últimas palabras que colgó en Facebook el joven italiano Luca Russo, de 25 años, natural de Bassano Grappa. Licenciado en Ingeniería en la Universidad de Padua, había conseguido trabajo en una empresa de esa ciudad y acababa de comprometerse con su novia de toda la vida, Marta Scomazzon. Ambos eran voluntarios de la oenegé Cruz Verde, que lucha contra la degradación medioambiental, la pobreza y la inseguridad internacional. "Luca era el amor de la vida de mi sobrina. Un muchacho maravilloso", decía ayer la tía de Marta Scomazzon. La chica, titulada en Ciencias Políticas, se encuentra hospitalizada con fracturas en una pierna y un codo.

La identificación de los fallecidos continúa poco a poco en el Instituto de Medicina Legal de la Ciudad de la Justicia, en L’Hospitalet de Llobregat, adonde siguen llegando familiares de los fallecidos para ayudar en su reconocimiento oficial. Las últimas víctimas identificadas son una joven de 20 años y su abuela de 74, ambas de nacionalidad portuguesa.

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