Botellas de vino que envejecen en el mar

Un grupo de emprendedores envejecen el vino aprovechando la oscuridad de sus aguas.



En Vizcaya, el fondo del mar esconde tesoros, pero no de joyas. Se trata de vinos premium allí conservados por un grupo de aventureros con una técnica de mantenimiento con la que pretenden revolucionar la industria del vino a través de prácticas sostenibles, que salvaguardan a la vez las especies de esta zona del mar Cantábrico.


En el fondo del mar, a 20 metros de profundidad. Allí donde la oscuridad es casi total, envejecen miles de botellas de vino. Desde tierra firme solo una boya nos da una pista del lugar exacto en el que permanece sumergida la última añada. Allí han pasado la mayoría de estas botellas los últimos 365 días, antes de ser reflotadas con grúa hasta un barco.


Durante ese tiempo los caldos sumergidos se han beneficiado de las peculiaridades de esta singular bodega submarina. El resultado es un vino muy sedoso, de colores vivos y aroma muy potente que hace las delicias de los paladares más exigentes. Pocos de ellos, por cierto, son paladares nacionales. La mayoría los encontramos en Rusia, EE.UU., China, Japón o Mónaco. 


Aunque al principio, los más conservadores pensaron que eso de hundir el vino en el mar era una locura, tres grandes producciones y 14.000 botellas después parece demostrado que las mareas del cantábrico mecen con buen criterio un vino que lejos de ser un tesoro hundido es un tesoro en alza.

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