​Nóos, en un temblor de voz

La infanta Cristina ha protagonizado 66 minutos 'históricos' de declaración ante el tribunal.

La infanta Cristina ante el tribunal.
?La infanta comienza a declarar: "Contestaré solo a mi letrado"
Efe

Tras 5 años de instrucción, 77.000 folios de documentos, decenas de interrogatorios a imputados y testigos y 13 días de declaraciones de acusados, el juicio del caso Nóos ha alcanzado su cumbre cuando a la infanta Cristina le ha temblado la voz al hablar de su marido: "Confío plenamente en él".


El juicio de Nóos es un proceso reglado y complejo, un acto judicial sofisticado en el que, además de confluir diferentes tramas de presunta corrupción, se analizan delitos relativos a la contratación con tres administraciones públicas, fraudes a Hacienda, falsedades y prevaricaciones.


Pero siendo todo eso, aun sería un juicio más si no se sentara en el banquillo una hermana del Rey, hija del monarca emérito, que ha protagonizado 66 minutos 'históricos' sentada ante un tribunal de justicia porque piden para ella 8 años de prisión.


Este juicio que ha requerido habilitar una sala especial iluminada para su perfecta transmisión televisiva es, además, la escenificación de la historia de una ilustre pareja salpicada por acusaciones de corrupción que, pase lo que pase, han cambiado su vida y la han expuesto al examen público.


Para la infanta Cristina, ese examen ha llegad al punto culminante, que no será la sentencia, sino el momento en que ha tenido que explicarse ante las tres juezas que forman el tribunal y, sobre todo, ante un país que quería escucharla, presente en la sala a través de cámaras discretas.


Serena, la exduquesa de Palma ha aguantado el chaparrón de preguntas de la única acusación que le atribuye delitos, la que ejerce Manos Limpias, cuya letrada, Virginia López Negrete, deseaba tanto que llegara su gran momento como doña Cristina quería que acabara.


La acusada ha permanecido casi inmóvil, inexpresiva, alternando miradas al vacío con otras dirigidas a la letrada acusadora, que lanzaba preguntas al aire porque doña Cristina ha optado por no responder más que a su defensa.


Ni siquiera cuando la abogada ha preguntado si no se interesó por el contrato de la niñera que cuidaba "de lo más preciado para una madre, que son sus hijos", la protagonista ha cambiado la expresión.


Mientras, sentado junto al resto de acusados tras dieciséis horas de declaración, Urdangarin apretaba los puños, o cabeceaba levemente negando expresivamente con la cabeza.


Pero doña Cristina, que en los minutos previos a su turno, cuando a su izquierda ha quedado vacío el asiento del penúltimo de los acusados, no ha mostrado signos de nerviosismo, más allá del jugueteo con el anillo y leves sorbos de la botella de agua, el único objeto que la ha acompañado mientras prestaba declaración.


De Aizoon, la empresa que comparte al 50 % con Iñaki Urdangarin, la abogada ha preguntado por alquileres, facturas, recibos, inmuebles, sedes, juntas, dobles tributaciones, fraudes, beneficios, tarjetas, cumpleaños familiares, empleados, asesores, etcétera, mientras la interrogada dejaba caer la lluvia sin alterarse.


Esa aparente serenidad se ha traducido en firmeza a la hora de responder a las 59 preguntas que le ha planteado su abogado, Pablo Molins, para que manifestara ante el tribunal que nada supo de delitos, irregularidades y fraudes, y que confiaba en su esposo por serlo y porque le creía bien asesorado, aunque ahora sabe que no todo su entorno era trigo limpio.


Mitad silencio incómodo, mitad detalladas respuestas exculpatorias, así se han dividido los 66 minutos ante el tribunal de la Audiencia de Palma de la infanta Cristina, que seguro figuran entre los más largos de su vida y que también son parte ya de la historia judicial y social española.

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