El PP, con la vista puesta en las urnas y el temor al daño por la corrupción

Los 'populares' consideran que Pedro Sánchez acabará fracasando y recurren a la ironía para criticar sus negociaciones.

Mariano Rajoy.
Mariano Rajoy.
Mariscal

El PP sigue confiando en que Pedro Sánchez no podrá ser investido presidente y asume que Mariano Rajoy tampoco tendrá apoyos para ser reelegido, por lo que muchos en el partido auguran ya nuevas elecciones. Pero temen que la sombra de la corrupción traiga unos resultados peores que los del 20D.


Cuando Rajoy reúna mañana en el comité ejecutivo nacional a los dirigentes y barones del partido, nada habrá cambiado en la estrategia del presidente en funciones con respecto a la que tenía una vez celebrados los comicios.


Él sigue defendiendo una coalición con socialistas y Ciudadanos y mantiene que sólo apoyará un Ejecutivo que presida el PP como ganador en las urnas; así lo dijo en el último comité ejecutivo, celebrado el 21 de diciembre, y así se espera que lo haga mañana.


Pero aunque Rajoy no ha cambiado, el contexto sí lo ha hecho.

Desde que él declinó el ofrecimiento del Rey de acudir a la investidura, el protagonismo, admiten muchos dirigentes populares, se ha centrado en el líder socialista, quien sí aceptó el encargo del monarca.


Los 'populares' consideran que Pedro Sánchez acabará fracasando y mientras, recurren a la ironía para criticar sus negociaciones, que consideran una mera puesta en escena. El propio Rajoy hablaba ayer del "bla bla bla" de las conversaciones y pedía a sus protagonistas ir "a lo serio".


Pero algunos en el partido admiten que el foco de atención de la política está puesto en el Congreso y en ese diálogo -sea o no fructífero- de Sánchez con los demás, mientras el PP se mantiene como mero espectador.


Un rol que la dirección del PP parece dispuesta a cambiar. Mariano Rajoy dijo hace dos días en Bruselas que si Sánchez fracasa en el primer debate de investidura le llamará de inmediato para volver a ofrecerle la gran coalición.


Y Rajoy ya ha avanzado que están "abiertas" las fórmulas para ese gobierno de coalición que quiere formar. Un ejemplo, las vicepresidencias del Gobierno que el PP estaría dispuesto a dar a socialistas y a Ciudadanos como apuntó recientemente el vicesecretario Javier Maroto.


El PP tiene, sin embargo, otro problema encima de la mesa que puede obligarle a tomar otras medidas a corto plazo si quiere encarar con fuerza una eventual nueva carrera electoral.


Se trata de la corrupción, y más concretamente de los dos territorios que han saltado orgánicamente por los aires en las últimas semanas: la región de Madrid y la ciudad de Valencia.


En el primer caso, las últimas investigaciones sobre el PP de Madrid han llevado a Esperanza Aguirre a dimitir como presidenta regional del partido. La presidenta autonómica, Cristina Cifuentes, ha tomado ya las riendas al frente de una gestora.


Y gestora hay también en el PP de la ciudad de Valencia, donde han sido expulsados numerosos dirigentes y militantes implicados en una investigación por blanqueo de capitales, mientras se espera que Rita Barberá -que sigue como senadora y en la Diputación Permanente de la Cámara- dé explicaciones.


El comité ejecutivo nacional de mañana se ha convocado precisamente para ratificar las dos gestoras. Habrá que ver si se hace visible en esta reunión el malestar que hay por los casos de corrupción entre muchos dirigentes del partido.


Un malestar que ayer resumió de forma muy gráfica, en presencia del propio Rajoy, el presidente del PP de Vizcaya, Antón Damborenea, cuando dijo que los populares vascos están "hasta los cojones" de ver un día sí otro no en la prensa a gente del partido "pringada" por la corrupción.


Habitualmente, las reuniones del comité ejecutivo nacional son el más claro ejemplo de la disciplina que reina en este partido. Apenas se producen otras intervenciones que no sean las de Rajoy o la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y cuando las hay en muy pocos casos son críticas con la posición de la cúpula.


La de mañana no tiene por qué ser distinta, aunque en esta ocasión la corrupción está pegando con fuerza y la posible convocatoria de unas nuevas elecciones requiere, según apuntan algunos dirigentes, que sea más palpable la mano dura del partido ante este problema.


Y todo con la vista puesta en lo que hagan los rivales. Mañana, precisamente, se reúnen las comisiones negociadoras de PSOE, Podemos, Izquierda Unida y Compromís.


En el PP confían en que el tan temido pacto de la izquierda no fructifique y mientras seguirá hablando con Ciudadanos, a la espera de que Sánchez fracase y se avenga a negociar con Rajoy.


Y como son pocos los que esperan que el líder socialista ceda, ya marcan la fecha del 26 de junio para una nueva convocatoria electoral.


Por eso su presidente y candidato -ha advertido de que quiere seguir siéndolo- dedica ya todos los sábados a dar discursos y darse algún que otro paseo. Rajoy está de precampaña. 

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