Felipe González presiona a Pedro Sánchez para que permita un Gobierno del PP

La vieja guardia socialista rechaza el acuerdo con Podemos a cuatro días del Comité Federal que debatirá los pactos para la investidura.

Felipe González y Pedro Sánchez, en un encuentro en octubre de 2014.
Felipe González y Pedro Sánchez, en un encuentro en octubre de 2014.
Efe

Felipe González defiende que lo más conveniente para España es «un Gobierno del Partido Popular y Ciudadanos aupado gracias a la abstención del PSOE». El expresidente del Gobierno se decanta por esta fórmula porque es mejor que el acuerdo de los socialistas con Podemos. Ese pacto, a su juicio, «tiene poco futuro y poco camino».


Las palabras de González suponen una enmienda a la totalidad de la estrategia de Pedro Sánchez, defensor del entendimiento con el partido de Pablo Iglesias para formar un Gobierno «de cambio y de progreso». Aunque es improbable que sus palabras hagan mella en el criterio al obstinado secretario general del PSOE, proporcionará munición a los barones del partido también contrarios al acuerdo con Podemos, pero que por el momento no se atreven a exponer en público sus reparos.


La verdad es que González tampoco hizo sus reflexiones con luz y taquígrafos sino en una cena privada celebrada el lunes en la Embajada de Francia en Madrid y a la que asistieron representantes diplomáticos de varios países de la Unión Europea. Estos encuentros, explicaron las fuentes consultadas, son habituales entre los embajadores de la UE y suelen contar con invitados que disertan sobre la coyuntura política o económica española.


El expresidente desarrolló más su idea y afirmó que ese Gobierno del PP, no citó a Mariano Rajoy, debería ser corto con un programa y un calendario pactados por los tres protagonistas antes de la investidura. González también puso en duda que el objetivo de Podemos sea pactar con el PSOE, más bien cree que las declaraciones de Pablo Iglesias y sus gestos políticos son parte de una estrategia para «fagocitar» al electorado socialista. Consideró, además, que impedir un Gobierno del PP conduciría a celebrar nuevas elecciones y esa no sería una buena opción.


Con todo, el expresidente indicó que sus palabras, según la versión proporcionada por fuentes presentes en la cena, eran reflexiones personales que en ningún caso pretendían señalar a Sánchez el camino a seguir ni si debe pactar con «los rupturistas» o con los «constitucionalistas». No lo querría decir, pero lo dijo, y en la dirección del PSOE se interpretaron como una presión sobre Sánchez a cuatro días de la reunión de la reunión del Comité Federal que debatirá la política de pactos para la investidura. Pero fue una interpretación extraoficial, ningún portavoz oficial comentó las palabras de González.La vieja guardia


Casualidad o no, y en política hay pocas, el mismo lunes que el expresidente exponía sus puntos de vista ante los embajadores, la Fundación España Constitucional, de la que forman parte exministros del PSOE, emitió un comunicado en defensa de un Gobierno «de amplio respaldo con programa pactado, por encima de ambiciones personales», que, entre otros objetivos, «garantice la unidad de España, la igualdad de los españoles y la estabilidad política». Este Ejecutivo, según la Fundación, podría ser «una gran coalición de dos o más partidos constitucionalistas, con un programa concreto y firmado al menos para media legislatura». Un planteamiento casi calcado a la propuesta de González.


Entre los miembros de la Fundación España Constitucional figuran los exministros socialistas José Bono, Cristina Garmendia, que es la presidenta, Elena Salgado, Carlos Solchaga, Miguel Sebastián y Jordi Sevilla, coordinador del programa económico con el que Sánchez se presentó a las elecciones del 20 de diciembre.


Los mensajes de González y de la Fundación son un aldabonazo en las puertas de la dirección del PSOE, que tenían puestas sus esperanzas en que el Comité Federal del sábado diera su visto bueno definitivo a la operación de alcanzar un acuerdo con Podemos, y en segunda instancia con Ciudadanos, para desbancar a Rajoy y llevar a Sánchez a la Moncloa. Pero al mismo tiempo es una bendición para el PP, que tenía depositada su confianza en que la vieja guardia del PSOE hiciera recapacitar a Sánchez o que los barones torcieran los planes de su secretario general.


Rajoy, de hecho, ha cultivado en sus cuatro años de mandato la comunicación con González, con el que conversa con cierta frecuencia por teléfono. Habló con él incluso después de las elecciones generales, según fuentes del PP, que no estaban al tanto del contenido de la charla.


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