Ya nada será igual

El 20 de diciembre los españoles dejaron claro que querían un Congreso sin la hegemonía del bipartidismo, y lo consiguieron.

El 20 de diciembre los españoles dejaron claro que querían un Congreso sin la hegemonía del bipartidismo, un Parlamento variopinto, un hemiciclo con más caras nuevas que viejas. Querían que nada fuera igual, y lo consiguieron.


Independientemente de quién acabe gobernando el país, quién pacte con quién, de si va haber nuevo Gobierno pronto o habrá que convocar nuevas elecciones, todo parece indicar que el Congreso de los Diputados nunca volverá a ser el mismo.


Así se ha demostrado en esta solemne -o no tan solemne- sesión constitutiva de la Cámara, con un hemiciclo más renovado que nunca, en el que 218 de los 350 diputados ocupaban escaño por primera vez. Buena parte de ellos son los de la llamada "nueva política", con la que se han querido identificar, sobre todo, los diputados de Podemos con sus sorpresas, gestos y proclamas de esta jornada.


Además, tanto los parlamentarios del partido de Pablo Iglesias y sus "satélites", como los de Ciudadanos, han tratado desde primera hora de la mañana ocupar un lugar destacado en esta jornada histórica: han madrugado para poder sentarse en la bancada central del Congreso.


El centro del hemiciclo ha sido así el escenario del debut. Y ha hecho que partidos que tradicionalmente ocupaban la zona -como el PNV, o los diputados de Democracia y Llibertat (CDC)- hayan tenido que sentarse detrás del PSOE. 


Un segundo plano al que ya habían quedado relegados en el acuerdo para conformar la Mesa del Congreso: por primera vez en democracia este órgano no cuenta con ningún nacionalista.


La situación de los asientos ha llegado a ser cómica, cuando los diputados de ERC han deambulado por el hemiciclo para buscar un hueco, y alguno ha tenido que sentarse separado.


Tras el lío inicial por fin se han acomodado los 350 diputados. Bueno, había 351 personas en realidad, si se cuenta al bebé de la dirigente de Podemos Carolina Bescansa.


A Bescansa le han llovido las críticas de los demás partidos, y muchos se preguntaban por qué llevaba a su niño al trabajo, algo que no puede hacer la mayoría de las madres del país.


Podemos trataba de aplacar el revuelo justificando en un comunicado este gesto "simbólico" en pro de la conciliación, mientras Bescansa reclamaba su derecho a llevarse a su hijo siempre consigo mientras le siga dando de mamar -así lo ha hecho, discretamente, desde su escaño-.


Gesto o no, lo cierto es que el bebé ha sido el principal objetivo de las cámaras, sobre todo cuando la diputada se lo pasaba al líder de Podemos, Pablo Iglesias, y a su compañero Iñigo Errejón.


Pero han sido muchos otros los acontecimientos que han hecho de éste un Congreso totalmente nuevo. En el fondo y en las formas.


Empezando por el fondo. Hoy se ha elegido por primera vez en democracia a un presidente del Congreso que no pertenece al partido más votado.


El socialista Patxi López llevará las riendas de esta Cámara que, como ha recordado, refleja la pluralidad de ideas y la diversidad de identidades que hay en España, y por eso ha pedido el esfuerzo de todos para lograr el entendimiento en esta legislatura.


Y de nuevo, como vicepresidenta primera, la siempre polémica Celia Villalobos, que hoy bromeaba por el hecho de seguir en el puesto: "Tan mal no lo habré hecho", ha dicho.


Tras la elección de la Mesa, tocaba el juramento o promesa de acatar la Constitución por parte de los parlamentarios, necesario para que adquieran su condición plena de diputados. Y aquí las formas han cambiado, y mucho, el guión.


Mientras los representantes de los partidos tradicionales, junto con Ciudadanos, se limitaban al "juro" o "prometo" habitual, los de Podemos han prometido acatar la Carta Magna pero apostillando su compromiso de cambiarla. Y aunque cada uno ha variado sus promesas, todos acababan con la misma coletilla: "Nunca más un país sin su gente, nunca más un país sin sus pueblos".


Entre sorprendidos y molestos contemplaban la escena los de los partidos tradicionales. "Un circo", decían algunos, mientras otros reconocían después que en esto de las puestas en escena no hay quien gane al partido de Iglesias.


Los nuevos no estaban solo entre los asientos de Podemos y Ciudadanos. Se estrenaban caras muy conocidas como la de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, arropada por la dirección del grupo popular.


En esa misma bancada, al fondo del todo, se ha sentado Pedro Gómez de la Serna, a quien ya investiga la Audiencia Nacional por sus negocios en el extranjero. Casi ningún diputado del PP ha hablado con él, y si lo ha hecho ha sido brevemente. En cualquier caso, ya estaba de salida. Mientras se desarrollaba la sesión, ha pedido su baja definitiva del partido.


Nadie sabe lo que durará este nuevo Congreso, y si verá un nuevo Gobierno o habrá que volver a preparar las urnas. Pero la décima primera legislatura será ya para siempre, la que cambió la cara de la Cámara baja.

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